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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Romper amarras

ANGUITA SIGUE rompiendo amarras: con la realidad, sobre todo. Tras el éxito de la pinza contra el PSOE -que condujo a Aznar a La Moncloa y dejó a IU donde estaba-, la coalición que preside Anguita pugna hoy por ser el principal opositor a los sindicatos. Pero la ruptura es también con algunos elementos que forman parte del consenso de la izquierda respecto a la historia reciente de España: un documento elaborado por el Comité Central del PCE con motivo del 20º aniversario de su legalización cuestiona el papel desempeñado por los comunistas españoles en la transición. Hay una cierta coherencia entre ambas posiciones: el creciente alejamiento de la realidad de Anguita y sus fieles se proyecta también sobre el pasado de su partido, en un lamento por no haber estado a la altura de sus sueños.Rafael Ribó y Diego López Garrido, representantes de dos formas de disidencia dentro de IU, han usado la misma palabra para definir la actitud del sector mayoritario de IU contra el pacto suscrito la semana pasada por CC OO y UGT con la patronal: "Incomprensible". El jueves, el secretario de CC OO, Antonio Gutiérrez, acusó a la diputada de IU Rosa Aguilar de "mentir conscientemente" por haber mantenido que la reforma laboral supone un ataque al Estado de bienestar y que propicia la sustitución de empleos fijos por precarios. La oposición de IU se apoya en la teorización ad hoc del sector disidente de CC OO encabezado por Agustín Moreno. La propuesta de oponer a la reforma laboral movilizaciones por el empleo, aprobada ayer por la presidencia de la coalición, prueba una vez más la ausencia total de realidad en las formulaciones de Anguita.

El rechazo de la reforma laboral no es la única fuga hacia la fantasía política más radical que ha realizado la izquierda apiñada en tomo al coordinador general de IU. Recuérdese la estridente salida de tono del coordinador Anguita en tomo a la república, la ruptura del consenso constitucional y la autodeterminación en septiembre del año pasado. Ahora, el PCE revisa el papel desarrollado por el partido comunista en la etapa de la transición y concluye con un rechazo a una política que sirvió para reforzar "un bloque económico que aglutinaba tanto a sectores que provenían del núcleo dominante durante la dictadura ( ... ) como a aquellos otros que representaban los intereses de una burguesía demócrata que optaban por la reforma pactada". Alucinante. El contenido y el lenguaje del documento elaborado por el comité central rescata, como se puede apreciar, los argumentos de los grupúsculos izquierdistas de finales de los setenta, rechazados entonces por los estrategas comunistas de la "concentración", precisamente porque situaban al PCE fuera del sistema.

Todos los síntomas indican que IU camina hacia su marginación como fuerza política por impulso expreso de su dirección. El rechazo abstracto de la reforma laboral, la regresión política hacia el grupusculismo y las continuas admoniciones proféticas de Anguita contra el segundo Estado de "las mafías, los banqueros, el narcotráfico, el asesinato, el crimen de Estado y el robo de dinero público" son síntomas inequívocos de que IU ha elegido el camino de la respuesta radical a cada problema que no sabe resolver: sea el de la contestación interna, cada vez mejor organizada, sea el de unos mediocres resultados electorales.

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