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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Qué pena

Quizá la culpa fue mía. Quizá debería haber sido menos pacífico en mi infancia y pelearme alguna vez, en algún momento de mis 19 años. Así, cuando hubiera pasado frente a aquel rapado que me puso la mano cerca de la cara, yo no me hubiera esperado ver a un amigo, o tal vez una persona con ganas de bromear. Así habría estado preparado para recibir el tremendo puñetazo que aquel esbozo de persona me dio. Con toda seguridad me habría dado lo mismo con vistas a un contraataque digno de Bud Spencer, me refiero. Mis 65 kilos son 60 kilos de hueso y 5 de pelo, pero por lo menos habría ganado un par de segundos. Lo suficiente para decirle a mi agresor que me pegara en el lado bueno, pero no me dio tiempo, porque incluso le llegué a sonreír. Le mostré mi paz (mi gilipollez, pienso ahora), porque dentro de mi ingenuidad esperaba encontrar un ser amable.Y como no me dio tiempo, me pegó en el lado malo. Allí donde más me dolió. El impacto abarcó toda mi sensibilidad. Toda mi simplicidad albergada a base de gestos agradables. Y ahí estaba yo, con las manos abiertas sobre mi cara para protegerme. Tratando de recoger la armonía que se me escapaba entre las fisuras de los dedos.

Los sucesos posteriores se posaron sobre mi memoria de forma difusa. Algún puñetazo más... luego creo que insulté a alguien y también creo recordar que una bota de trekíng acarició mi cabeza. No es que quedara inconsciente. Supongo que durante la paliza estaba demasiado ocupado tratando de restablecer el equilibrio que tan bruscamente se había roto a fuerza de hostias.

Mi prima María lo describió mejor que nadie: "Tu problema es que eres una persona pacífica". No sé si a alguien le parecerá incoherente esta frase. Para mí desde luego que antes no lo era. Ahora empiezo a verlo claro, y no sólo es coherente, sino que es la raíz del dilema que ocupa toda mi cosmogonía ética.

El sentimiento de paz es una falta de tono muscular y "cerebril" causado por la ausencia de estímulos agresivos para el sujeto que le llegan del entorno, y, como me dijo María, ése es mi problema. Un problema de descoordinación entre mi tono y la agresividad del medio. Qué pena.-

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