El Madrid, en la final
Arlauckas salva al equipo blanco en un partido agónico
E1 Real Madrid se clasificó para la final de la Copa de Europa (el día 14 en Nicosia, con el Verona como rival), a pesar de su calamitoso doble enfrentamiento contra el Racing de París. Los franceses marcaron en todo momento el ritmo de la eliminatoria y sólo las acciones individuales de algunos madridistas (Morales y Angulo en el inicio de la reacción, Arlauckas en la fase ejecutora) evitaron el descalabro del equipo de Obradovic.Las penalidades sufridas por el Madrid se resumen en un jugador francés de -apellido italiano y talento Yugoslavo: Sciarra. El base del Racing amargó la Liga a los líderes de la ACB al proponer, y
conseguir, idéntico tempo pausado que desquició al Madrid en la ida (62-57). La tremenda entidad de Sciarra -su calidad la exhibe en cada acción- no pudo combatirla el Real ni con Laso, ni con Antúnez, ni, mucho menos, con un otra vez desastroso (como en la Copa, contra el Barcelona) Bodiroga en el tramo en el que el serbio actuó como base.
RACING DE PARÍS 56
REAL MADRID 58Racing de París: Sciarra (10), Dacoury (12), Risacher (0), Struelens (14), Reid (16). Meriguet (4), Ade-Mensah (0) y I Bialski (O). Real Madrid: Laso (3), Herreros (9), Bodiroga (10), Arlauckas (20), Orenga (4), Antúnez (0), Morales (2) y Angulo (10). Árbitros: Koller (Eslovaquia) y Leemann (Suiza). Unos 6.000 espectadores en el Palacio Pierre de Coubertín.
Pero no sería exacto cargar todas las culpas de la agonía blanca en el insultantemente seguro Sciarra. Ni siquiera en ese archiconocido ritmo lento que tanto desestabiliza a los hombres del vacilante Obradovic. El mayor problema lo encontraron los madridistas en ellos mismos, repitiendo y aumentando idénticos errores que en el partido del Palacio de los Deportes. Una débil defensa, un blandísimo rebote defensivo (Struelens volvió a hacer un agujero debajo del tablero español) y un carrusel de precipitaciones en ataque convirtieron en ridícula la apuesta en escena del Madrid: después de la canasta inicial de Arlauckas, los blancos fallaron sus 11 siguientes tiros, llegando al minuto 7 con sólo esos dos puntos anotados (l0-2).
Mejoró él Madrid con la entrada de Morales. El pívot
bilbaíno equilibró el duelo en la zona y evitó el hundimiento total de su escuadra, que en el descanso perdía la eliminatoria, 28-21. Incapaces Obradovic y sus jugadores de mandar en la cancha imponiendo un ritmo veloz que tanto necesitaban, estaba meridianamente claro que todo se resolvería en los últimos minutos. Y es que el Racing, que dominó a su enemigo en todas las facetas incluyendo la táctica, no es un equipo tocado con la varita de la versatilidad. Tuvo al Madrid contra las cuerdas en varios pasajes y no supo noquearle porque se lo impidió su estilo de juego, inhábil para lograr grandes diferencias.
En el pecado llevó el Racing su penitencia. Durante toda la segunda parte el marcador reflejaba la igualdad de la eliminatoria, con ventajas francesas que oscilaban entre cuatro y siete puntos. Y así hasta el final, momento en el que los grandes jugadores suelen decidir. Y en el cara o cruz, el Madrid, con Arlauckas en plan estelar, aprovechó la mayor calidad de su plantilla, copiando los últimos minutos del partido de ida en el que los blancos obtuvieron la ventaja de cinco puntos que, como se preveía, al final resultó suficiente.
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