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Un brasileño distinto

Renaldo vuelve cada semana a La Coruña pese a las desgracias familiares que le golpean

Xosé Hermida

Está rompiendo el tópico del futbolista brasileño caprichoso e imprevisible, esa imagen que alimentaron Romario, Bebeto o su actual compañero Flavio Conceiçáo. Renaldo no necesitaría inventar excusas para quedarse unos días en Brasil, pero el delantero del Deportivo ha acreditado hasta ahora una irreprochable profesionalidad. A pesar de las sucesivas y repentinas muertes de sus padres o de la enfermedad de un hijo, Renaldo acude siempre puntualmente a su cita con el Deportivo y con el fútbol, tal vez el único consuelo para él entre tanta desventura.Incorporado al club gallego a finales de diciembre, el futbolista ya llegó a La Coruña agitado por la preocupación del estado de salud de su hijo, quien finalmente fue operado sin mayores complicaciones. Sin embargo, el destino le ha golpeado desde entonces, justo en el momento que con 26 años parecía haber alcanzado el cénit de su carrera deportiva al cumplir el sueño de jugar en la Liga más prestigiosa del mundo.

En febrero Renaldo tuvo que regresar a Brasil por unos días para asistir al entierro de su madre. El amargo viaje a la patria se repitió hace 15 días, cuando su padre cayó en coma. Comprensivos con su situación, tanto el club como el entrenador, Carlos Alberto Silva, le autorizaron a tomarse el tiempo que creyera necesario. Pero Renaldo insistió en volver y jugar contra el Rancing de Santander sin haberse entrenado apenas durante toda la semana.

El día que se antojaba menos propicio para él, vivió su mejor tarde como deportivista: fue el artícife del primer gol y marcó el tanto de la victoria, que celebró con un triunfal gesto de tristeza, encaramado sobre los hombros de sus compatriotas Donato y Mauro Silva, quienes acudieron raudos para alzarlo ante el público. Cuando se disponía a regresar de San Sebastián el pasado domingo, Renaldo recibió la noticia de que no se había podido salvar la vida de su padre, y tuvo que emprender otro viaje transoceánico.

El rendimiento de Renaldo ha sido hasta ahora bastante irregular. Silva, no obstante, insiste en que es un buen jugador al que todos estos problemas están haciendo más dificultoso el siempre complicado proceso de adaptación a otro fútbol y a otro continente. Renaldo, además, no es una estrella, como lo prueba lo que pagó el Deportivo por él al Atlético Mineiro: 350 millones, casi una ganga en los tiempos que corren. Los primeros partidos en el equipo blanquiazul las pasó dando tumbos por el suelo. No es que extraviase su sentido del equilibrio, simplemente que no tenía costumbre de jugar con tacos de aluminio.

El suyo es un caso de irrupción relativamente tardía. Pocos clubes europeos estarían dispuestos a gastar grandes energías para ficharle hasta el año pasado. En realidad, era un hombre más en la Liga brasileña. Los meses finales de 1996 le catapultaron al éxito. Se erigió en el máximo goleador del campeonato, debutó con el equipo nacional y el Deportivo, apretado por las penurias de su línea de ataque, decidió traérselo a España. Ahora está de nuevo en Brasil, aunque se presume que volverá para no perderse el próximo partido. Sentido del deber, hambre de gloria o necesidad de evadirse, quién sabe.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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