El Rayo hace de la necesidad una virtud en su visita a Oviedo
Un Rayo vulgar, pero tremendamente entusiasta, dio un golpe de muerte al proyecto Lillo. Y lo hizo aun a costa de darle la razón al entrenador: para ganar hay que jugar bien. Ayer el Oviedo no lo hizo y lo pagó con una derrota que le mete en una zona que ha ido librando toda la temporada sin problemas. Es ese mismo, espacio clasificatorio en el que el Rayo se mueve con familiaridad. Quizá por eso hizo de la necesidad una virtud y se llevó tres puntos que le dan un respiro.El Rayo se presentó en el Tartiere como siempre. Todos muy juntos, dando la iniciativa al rival y aventando el balón las veces que haga falta, hasta que salga el sol por Antequera. Y el caso es que ayer salió, en la prolongación del primer tiempo y con un disparo de Ezequiel que se tragó Cano, el sorprendente sustituto de Mora.
Los únicos problemas graves del Rayo llegaron por la contundencia de Abel Xavier, que en sendas disputas de cabeza mandó al vestuario a Klimowicz y Muñiz. Antes del descanso, el Rayo se había visto obligado a consumir dos de sus sustituciones y completaría su tarde desgraciada con la lesión de Ameli a los 48 minutos.
El segundo tiempo se resumió. en el voluntarioso ataque del Oviedo frente a la muralla rayista. Los azules tenían que luchar contra 11 camisetas metidas en su área y la impaciencia de un público que no tardó en volcar su mirada sobre el banquillo. Maqueda tuvo un par de oportunidades, pero sus inocentes remates a las manos de Contreras resumen las carencias de un Oviedo que juega mucho más que remata. El Rayo tuvo espacios para resolver mucho antes de que Guilherme rescatase su clase y pusiese el 0-2.
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