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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tipos al alza

NO SE puede decir que la elevación del tipo de interés en EE UU haya constituido una sorpresa. El presidente del banco central de aquel país, la Reserva Federal, había advertido en diversas ocasiones de esa posibilidad, en anticipación de riesgos inflacionistas que hoy todavía no son explícitos. Finalmente, tal posibilidad se materializó, con una subida de un cuarto de punto sobre los fondos federales, en la reunión del último consejo, el martes pasado. Tan destacable como ese encarecimiento oficial del dinero, el primero desde febrero de 1995, y sus eventuales repercusiones sobre el resto del mundo son las circunstancias económicas que lo han determinado.La Reserva Federal, al igual que los demás bancos centrales, persigue ante todo la estabilidad de los precios, aunque en su estatuto tiene también asignado como objetivo la consecución del pleno empleo. Tras seis años de expansión ininterrumpida, aquella economía no ha puesto de manifiesto hasta el momento tensiones significativas en los precios, a pesar de que durante bastante tiempo su tasa de desempleo se mantiene significativamente por debajo de los mejores registros en otras fases de expansión: actualmente, sólo un 5,3% de la población activa está sin trabajo. Tampoco se han detectado tensiones importantes. en las rentas salariales. Un cuadro macroeconómico aparente que ya quisieran para sí las economías europeas, incapaces de garantizar esa coexistencia ideal entre estabilidad de precios y baja tasa de desempleo. Es cierto que, a diferencia de lo ocurrido en Europa, los salarios reales de una amplia mayoría de la población están en niveles equivalentes a los de hace más de 20 años y que la adaptación competitiva de esa economía se ha llevado a cabo mediante una flexibilización de su mercado de trabajo que no tiene parangón en Europa.

Conviene centrar la atención sobre el eventual impacto de esta subida de tipos de interés en las economías europeas. En un entorno internacional dominado por un elevado grado de integración de las principales economías, la elevación de los tipos de interés en la economía más importante, y la razonable presunción de que no será el último antes de que finalice el año, limita considerablemente las posibilidades de que Europa acomode la orientación de su política monetaria a lo que la débil actividad de sus economías aconseja; es decir, obstaculiza que se mantenga la tendencia de reducción de tipos. Alemania, Francia, Italia, e incluso España, necesitarían algún estímulo monetario adicional para garantizar tasas de crecimiento compatibles con el objetivo de reducción del déficit público que la transición a la Unión Monetaria exige.

La única contrapartida favorable del nuevo escenario monetario creado por la Reserva Federal es la posibilidad de que el tipo de cambio del dólar frente a las monedas europeas encuentre la estabilidad en los niveles actuales o incluso se aprecie algo más, lo que, sin duda, favorecería la continuidad del crecimiento de las exportaciones europeas, principal responsable del crecimiento de las economías continentales. De ser así, nos encontraríamos con que las reticencias americanas a la Unión Monetaria acabarían convirtiéndose en un elemento favorecedor de ésta. Un estímulo que, en todo caso, sería insuficiente.

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Europa, y en especial sus economías centrales, a pesar de la tensión introducida en la política monetaria estadounidense, debe facilitar la completa recuperación de la demanda interna si quiere no sólo alcanzar los objetivos propuestos de unificación monetaria, sino garantizar un mínimo bienestar de sus ciudadanos. Por tanto, se enfrenta ahora a una decisión importante. O bien el Bundesbank y los bancos centrales varían su tendencia actual para corregir la eventual salida de capitales hacia Estados Unidos, o bien mantienen la tendencia a la baja de los tipos para buscar esa recuperación (problemática, sin duda) del crecimiento.

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