Todo un fenómeno
Xena, la protagonista de la serie del mismo nombre, está alcanzando en Estados Unidos una delirante dimensión de culto. Y en este caso, la palabra "culto" cobra su pleno significado. Xena es una serie que no se emite en ninguna de las grandes cadenas de EEUU, sino en el mercado de la sindicación (cadenas locales de segunda categoría). Sin alarde alguno de producción, ni más intención que la de entretener con medios verdaderamente cutres, la audiencia de Xena ha batido a series como Los vigilantes de la playa y Star Trek: Deep Space Nine en ese mercado local de EEUU.Encarnada por Lucy Lawless (que parece el seudónimo de una actriz porno o una dominatrix), esta fornida guerrera medieval de sexualidad ambigua ha sido ya motivo de una convención de fans en California, de docenas de web sites en Internet y de repetidos homenajes en series como Roseanne. El factor que más ha contribuido a su peculiar éxito es que, bajo su apariencia de televisión basura (que lo es), Xena tiene una estética y un mensaje que agrada tanto a post-feministas con sentido del humor como a seguidores del cine de Sam Raimi (que es el productor ejecutivo). Y sobre todo, Xena es un éxito entre un sector de las lesbianas en EEUU, una figura que empieza a ponerse a la altura de mitos como Barbarella o Vampirella. En un bar de lesbianas de Nueva York, por ejemplo, se organizan Xena nights en las que se pone en vídeo varios episodios para que el personal se desahogue.
Aunque es evidente que RTVE no lo sabe, estamos asistiendo al nacimiento de un fenómeno pop-art en toda regla, una mezcla de cómic setentero, explotación y acción barata.
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