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Malabo suena en el sur

Jóvenes de la comunidad guineana afincados en las ciudades de la periferia madrileña graban un disco con su música tradicional

Carlos Marcos

La jornada comienza torcida. Un extraño cortocircuito ha chamuscado la mesa de grabación. A pesar del grave contratiempo, los jóvenes músicos de Guinea. Ecuatorial no se desaniman. Al contrario. Sacan a la calle sus instrumentos autóctonos de percusión y comienzan a elaborar música rítmica. Todos son inmigrantes que viven en el sur de la región (Fuenlabrada, Móstoles, Alcorcón ... ) y que ahora se encuentran en un pequeño estudio de centro de Madrid, cerca de la plaza e Santa Ana, para grabar un disco de música tradicional de su país. Es un proyecto sobrado de cariño e impulsado espontáneamente por la escritora guineana María Nsue."Casi todos los que participan son músicos aficionados, pero son realmente buenos. El africano sólo canta cuando está triste, cuando está desesperado. Y ése es el tipo de vida al que estamos acostumbrados", señala María Nsue, alma de este ambicioso proyecto.La grabación del disco, que se editará en abril, es sólo el primer paso. Todo se basa en la obra de Nsue llamada Mbaya (que se podría traducir como un saludo del tipo ¿qué tal?), un musical que cuenta una historia ritual acontecida en Guinea. "Lo primero es la grabación del disco, luego la parte coreográfica y finalmente la filmación. Es una especie de película musical algo compleja", comenta esta escritora que lleva tres años viviendo en Móstoles y que está casada con un español.

Participan activamente en el proyecto la compañía discográfica independiente madrileña Nube Negra, que editará el disco, y la Agencia de Cooperación Internacional, que aporta una subvención. Esta última consiguió traerse de Guinea varios instrumentos autóctonos imprescindibles para elaborar una música muy ritual.

"La gestión se dilató muchísimo. El Gobierno de Guinea lo autorizó tras nueve meses de gestiones y luego la policía española estuvo casi una semana examinando los instrumentos. Igual pensaban que traficábamos con algo", dice Nsue.

Pero al fin tienen los instrumentos, de nombres casi impronunciables (nkú, menjañ o mbañ), pero que producen un ritmo irresistible. Además, el Museo Etnológico madrileño les ha autorizado a grabar con los instrumentos ancestrales que allí guarda. Eso sí, deberán desplazarse los músicos al museo porque la antigüedad del instrumento no permite ningún traslado, ya que podrían deteriorarse.

Para coordinar el aspecto musical, Nsue reclutó a Baron Ya Búk-Lu, un músico profesional guineano de 35 años que lleva casi siete en Madrid. Baron resalta el nivel de los participantes: "No son profesionales, pero incluso eso es positivo, porque esa ingenuidad ayuda a que todo sea más natural e improvisado. Me lo estuvo pasando muy bien".

La mayoría dice sentirse a gusto en Madrid, aunque la adaptación siempre trae algún problemilla. Así lo resume Baron: "Cuando dejas tu casa, el contacto con otra cultura es brusco, tienes una gran inseguridad y esto crea al principio tensiones

Participan en la grabación las tres etnias más importantes de Guinea Ecuatorial: bubis, ndoes y fang. La mayoría se instaló en la zona sur porque tenían allí familiares y amigos y "porque es más barato que el centro".Ahora llaman a la periferia del sur de Madrid "Malabo II", como si fuese una extensión de la capital guineana. Todos son veinteañeros Y estudian carreras como informática o contabilidad. "La música la llevamos dentro", comenta Mitogo Nsue mientras golpea un curioso instrumento de percusión. "En nuestra tierra aprendemos a tocar y a cantar muy jóvenes, en las misas". Y rehúyen hablar de política: "En Guinea, si quieres vivir en paz, no te metas ni en política, ni en asuntos de mujeres".

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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