Mal final para un mal encuentro
Athletic y Zaragoza se enzarzaron en una pelea y hubo tres expulsados
El partido adquirió con prontitud el carácter de una clase de geografía en la que los elementos predominaban sobre los seres humanos. Primero fue un elemento indeseable que se sacó de la zamarra un petardo y lo arrojó al costado de Conrad. La gracia del descerebrado de turno le condujo al portero austriaco al hospital y al Athletic seguramente al Comité de Competición. El trueno de la grada consumó su gesta particular entre los gritos de reprobación del público bilbaíno.Después Kili González y Lizarazu se enzarzaron en el medio campo en una disputa de arrabal y ambos se fueron al vestuario por donde habían venido. El partido se rompió así dentro y fuera del campo, condenado a una lucha por la supervivencia ajena a todo pronóstico inicial.
Entre tanto el fútbol discurrió a borbotones. Accedió el Zaragoza con soltura adueñándose del balón y mostrando un posicionamiento en el campo más efectivo que su oponente. El Zaragoza conducía el balón gracias a los oficios de Garitano y Aragón y tras un posible penalti de Urzaiz a Poyet, el uruguayo concluyó en gol un saque de esquina que se tragó Etxeberría en primera instancia. Era un gol lógico tratándose del mejor futbolista en las llegadas y la peor defensa a balón parado.
Hasta entonces el Athletic había sido una sombra de sí mismo, incapaz de arropar a Urzaiz en su brega constante y con los costados disminuidos por la baja forma de Etxeberria y Ziganda. Sin embargo otro accidente, esta vez de Solana al intentar despejar, propició el empate obra de Etxeberria.
Entonces tronó. La tormenta indeseable de la grada rompió el partido, lesionó a Konrad, alteró los nervios y convirtió el encuentro en un accidente geográfico. El partido había enloquecido y en la confusión halló el Athletic la calma. En plena histeria, Karanka se sacó del zapato un tiro increíble que se coló entre la manopla de Juanmi y el poste. Un bello gol en un encuentro duro.
La trifulca entre González y Lizarazu. acabó por enfangar el encuentro. A pesar de la doble expulsión, el Athletic encajó peor la ausencia de su lateral y los nervios le hundieron en un infierno. Tras el incidente se hizo la luz y San Mamés vivió la jugada de la noche en una doble intervención de Etxeberría a tiros consecutivos de Morientes y Garitano. El joven guardameta guipuzcoano inauguraba su día de gloria en La catedral ratificado en la segunda mitad por otra intervención prodigiosa tras una volea de Poyet.
La confusión ambiental se convirtió en confusión futbolística y sólo quedó la pasión del resultado, el reinado del marcador o la incertidumbre ambiental que suele determinar los malos encuentros. El único final posible lo acabó protagonizando Oscar Vales en una mala cesión a Etxeberria que aprovechó Gustavo Poyet. Un mal final para un mal encuentro.
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