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El pórquer de Asturiana

La decisión de la Comisión del Mercado de Valores (CNMV) de abrir expediente sancionador a Asturiana de Zinc (AZSA) y a sus directivos supone adentrarse en el terreno resbaladizo de la especulación. El coste para Asturiana han sido pérdidas de 17.000 millones. Se dice pronto.La crónica de Asturiana es la dé la relación entre el entonces presidente de Banesto, Mario Conde, y Francisco Javier Sitges, presidente de AZSA desde junio de 1988. Mariano Gómez de Liaño, abogado y socio de Conde, se convirtió en asesor de Asturiana primero y en socio de Sitges después. Los tres, más Arturo Romaní, entonces consejero delegado de la Corporación Banesto, movieron acciones de AZSA fuera de España a través de BCV, el banco suizo que ostenta la fiducia sobre un 5,07% del capital.

En 1991, la canadiense Curragh Resources, con el 20% de AZSA, denunció irregularidades en la compañía y contrató al abogado Antonio Garrigues. Uno de los acuerdos societarios, la creación de una empresa conjunta para comercializar zinc, fue incumplido por Banesto. AZSA, en cambio, adquirió Austmet, con domicilio en Islas del Canal, para un objetivo que más tarde saldría a luz. Especular en grande.

La corporación recompró a Curragh, en 1992, su 20% a precios muy superiores al de la cotización. Conde y los suyos montaron una fiducia y Swoboda compró con financiación del Bank of America el 20%. Pero quien estaba detrás era la corporación. Extendió las garantías, pero no las contabilizó. En 1994, la corporación admitió que la operación arrojó pérdidas de 10..901 millones. Los documentos de Bank of America registran entre las pérdidas la factura del bufete de Gómez de Liaño, 300 millones de pésetas por asesoramiento.

La salida de Curragh condujo a una nueva fase de Asturiana. Conde y Sitges escribieron el capítulo de la gran especulación. En 1992, la filial Austmet adquirió una posición importantísima de 850.000 toneladas de zinc en Londres.

Breve glosario: una posición es un estado o una situación en cierto momento, esto es, un saldo. Si éste es nulo se dice que la posición está cerrada y el riesgo que se deriva de una variación de precios no existe. Caso contrario, se habla de posición abierta. El que la posee está sometido al riesgo de una baja de precios. Si ésta se produce, provocará una minusvalía o pérdida para su posición. Fue el caso de Austmet-AZSA.En 1992 y 1993 Asturiana ocultó su posición, aun cuando garantizaba los contratos de Austmet. En la ampliación de capital de 1993, presentó la actividad de Austmet como normal y dirigida a cubrir su producción en el mercado. No quería revelar el carácter especulativo de su actividad. No se trataba de una operación de futuros para, arbitrar posiciones. La apuesta era espectacular, 850.000 toneladas. Y el mercado intuía quién podía estar apostando.

La crisis de Banesto a finales de 1993 disparó la histeria. Los bancos cortaron los préstamos a Austmet. En los primeros meses de 1994, Sitges, que continuaba al frente de Asturiana, pidió garantías a Banesto. Se consiguieron, La crisis financiera fue superada. Pero el precio del zinc comenzó a bajar. Para aguantar, Austmet necesitaba, como en las partidas de póquer, más financiación. En los primeros seis meses de 1994, con Sitges en el timón, Austmet llevó AZSA a una quiebra técnica. Y esto, todos se lo callaron ante la CNMV.

Sitges cesa en mayo de 1994. A finales del año, el precio del zinc sube. AZSA aprovecha para deshacerse de la mitad de su posición sin pérdidas. La compañía informa, al ampliar capital en diciembre de 1994, que la liquidación de toda su posición le dejaría un beneficio. Pero poco tiempo después el precio vuelve a bajar. Desastre. A finales de 1995, AZSA llegó a un acuerdo con la sociedad Glencore para traspasarle su posición. Las pérdidas se elevaron a 11.949 millones de pesetas en 1995. Hay más: 5.198 millones en 1996.

La CNMV obligó en marzo de 1996 a reconocer las primeras pérdidas y abrió su investigación. El expediente abierto ahora por falta muy grave se refiere a ocultación de dos hechos: posición especulativa y pérdidas. La revelación de la posición que tenía Austmet en el mercado es, sin duda, el tema más difícil. Hacerla pública hubiera contribuido a hundir los precios y a un desastre aún mayor. Pero para esto existía la opción del artículo 82 de la Ley del Mercado de Valores, por el cual la CNMV, tras conocer los hechos, puede dispensar a una sociedad de dar cierta información. En lo que se refiere a las pérdidas, AZSA podía haber hecho lo que se llama un profit warning (advertencia sobre resultados), informando al mercado sobre efectos eventuales adversos sobre sus cuentas para que los inversores tuvieran elementos de juicio. No lo hizo.

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