El cielo es azul, el futuro es negro
El Sevilla, humillado en su campo por el Logroñés
Sevilla presentó su candidatura para jugar el próximo año en Segunda División. Ayer dejó que se le escapara un rival directísimo -sí, el Logroñés lo es-, y hasta el Extremadura de Almendralejo lo supera en la tabla. Una delantera joven. Una media contrastada. Una defensa curtida en Primera División. Resultado: un equipo espantoso en el que hace mucho tiempo que ya no hay fluidez. Bilardo debería sugerir a todo el equipo que acudiera a las clases de la profesora de Rytter. El Sevilla necesita un intérprete. Primera lección: la camiseta es blanca, el cielo es azul, el futuro es negro.El partido se abre con una violenta entrada a Kelly que provoca la indignación de Carlos Aimar. Una jugada polémica en el área riojana: centro de Prosinecki y posible penalti sobre José Mari. Cada equipo tiene dos rivales: el adversario y el miedo. La tensión es tremenda en el campo y en los banquillos, con los dos técnicos argentinos de pie para desesperación del cuarto árbitro. Bilardo reparte gramática parda a sus pupilos, pero ni ese idioma lo entienden. Rubén Sosa lleva el peligro al área de Monchi. Abadía y Kelly fallan sendas ocasiones de gol. La igualdad en la tabla se refleja también en el juego. Dos jóvenes delanteros, Salva y José' Mari, llevaban el peso ofensivo de un equipo avejentado.
La ocasión más clara del Sevilla en la primera parte la tuvo Jiménez, tras una combinación de Prosinecki con Salva. Fue el prólogo de la expulsión del capitán sevillista tras una dura entra-da al alemán Kientz. El Sevilla se quedaba con diez.
El Logroñés quiere capitalizar cuanto antes la ventaja numérica. Faltó poco para que se tradujera en. goles. El balón se paseó por delante de la portería sevillista, con Kientz a punto de rematar. En la siguiente jugada, Monchi interpretó la Cantata de Santa María de Iquique y parte de la afición abogó por su vuelta al banquillo.
Se invirtió el axioma de Helenio Herrera y con la expulsión de Jiménez llegaron los dos primeros goles del Logroñés. Es imperdonable que un equipo como el Sevilla rehabilite a dos futbolistas como Abadía y Jiménez.
El Logroñés salió en la segunda parte con medio partido resuelto. El Sevilla ponía alma, coraje, nervio y poco más. Prosinecki daba un buen pase y una mala patada. Esta mereció la seguda tarjeta y la expulsión.
Con dos goles en contra, dos expulsiones, medio equipo amonestado, todo podía ocurrir. Y todo malo. Rubén Sosa, pesadilla de la defensa blanca, cedió de tacón a. Markovic. Su disparo sin convicción dobló las manos de Monchi. Un gol que simboliza el el crepúsculo de un equipo.
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