_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tal como son

A un político nunca se le conoce del todo hasta que llega al poder; lo que sea un partido es imposible saberlo hasta que alcanza él Gobierno. Parafraseando el célebre hallazgo de lord Acton, habría que decir: si el poder es absoluto, el político que alcanza el poder se corromperá absolutamente; si el Gobierno no se equilibra con otros poderes autónomos e independientes en su propio ámbito, el partido que lo ostenta cometerá abusos de poder. Esta es la gran lección del liberalismo: que "el poder ejercido por el hombre sobre su prójimo es siempre una usurpación"; que hay algo "diabólico, engañoso y vano" en el poder, como ha escrito admirablemente Francisco Ayala.El nombramiento y la confirmación en su cargo del nuevo director general de RTVE es como el paradigma de lo que ocurre con los políticos cuando llegan al Gobierno y no existen barreras institucionales que limiten su poder. Ante todo, que el cargo de director general de RTVE sea de libre disposición dé los políticos en el Gobierno debía constituir un escándalo en una sociedad que hubiera aprendido a distinguir lo público de lo gubernativo. Por ser pública, RTVE necesita con urgencia un estatuto de autonomía que sitúe a sus directivos y empleados al abrigo de las intromisiones directas del poder; de un filtro que impida que un cambio de Gobierno determine el nombre del obediente lector de los telediarios de las nueve.

Como eso no es así y RTVE, más que un ente público, es un instrumento de agitación y propaganda gubernamental, los políticos en la oposición se llenan la boca de grandes palabras para asegurar que con ellos, cuando lleguen al Gobierno, se garantizará su independencia y neutralidad. Promesas vanas que destrozan a la primera ocasión, aunque con ello aniquilen el valor de su propia palabra. ¿Quién podrá creer en adelante cualquier promesa del, presidente del Gobierno por mucho que arrastre las eses y ahueque la voz al pronunciarlas? Fascinado como debe de sentirse ante la libertad absoluta que le confiere diponer de un poder discrecional, al interesado ni siquiera se le plantea esa impertinente cuestión. Nada importa tirar la propia palabra al cubo de los desperdicios con tal de mostrar en un acto de libérrima voluntad quién manda aquí. Eso es el poder y quien no lo haya gustado no puede imaginar siquiera el placer que produce cambiar la cosa porque cambia el nombre de la cosa.

Es el placer que el poderoso siente al tachar la realidad si la realidad molesta. Por arte de birlibirloque, porque así lo decide el interesado, una sentencia de la Audiencia Nacional sin posible recurso de casación se convierte en un infundio propalado por sus adversarios políticos. Da igual que la sentencia sea pública, que los periódicos reproduzcan sus términos, que la Sala de lo Contencioso-Administrativo haya declarado "al recurrente don Fernando López-Amor García incurso en una falta grave de abuso de autoridad en el ejercicio del cargo". ¿La sentencia? No existe; es sólo que el recurrente renunció a seguir recurriendo. ¿El abuso de autoridad? Una venganza del anterior secretario de Estado de Hacienda.

Negar la palabra dada, tachar los hechos realmente ocurridos, mentir, engañar al público, calumniar al adversario político: éste es el plus de competencia al que debe de referirse López-Amor para justificar su nombramiento y tildar de predemócratas a quienes le han puesto algún reparo. De una sola tacada, los políticos en el Gobierno se han desnudado del ropaje del interés general, del servicio público, de la neutralidad e imparcialidad y han aparecido tal como son: gentes dispuestas a premiar como mérito para el ejercicio de un cargo a quien demuestre haber cometido al menos un abuso de autoridad en su vida. Pues, si el elegido "ha abusado de su posición sirviéndose de su cargo para fines no previstos por el Ordenamiento" y es premiado por ello, quien lo nombra lo tiene literalmente en sus manos; es todo suyo y está por entero a su servicio.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_