El Athletic fulmina al Oviedo con tres goles de Urzaiz
El partido tenía dos caras. Una elegante, otra desalmada y 90 minutos de función fueron suficientes para escenificar ambos libretos. Primero el Oviedo se adueñó de San Mamés siguiendo el más estricto manual de buena conducta. Sometió al Athletic a una presión agobiante que le otorgó el dominio del balón, administrándolo con elegancia por los múltiples pasillos que le ofrecía su oponente. La lección no alcanzaba lo magistral pero rayaba en la perfección. Un repaso de estrategia y habilidad en el que Onopko ejercía de sumo sacerdote.Dos jugadas dudosas de fuera de juego sacrificaron las opciones del Athletic mientras el Oviedo alimentaba su superioridad con un ejercicio estético que dio paradójicamente sus frutos por la habitual indolencia defensiva de los rejiblancos. El Athletic ha abierto un debate en la portería, que absuelve injustamente a, sus defensas. El gol de Gamboa fue un monumento al ridículo colectivo: el jugador argentino, en una jugada a balón parado, remató solo en el segundo palo sin, que. ningún defensor del equipo rojiblanco moviera un centímetro los pies del suelo.
Sin embargo, el Oviedo se equivocó entonces en la lectura del partido. Tras el gol, se recluyó en la portería para sobrevivir invalidando así la supremacía que había manifestado incluso con soberbia. El Athletic aprendió la lección de carrerilla. Lo que comenzó como un baile de salón se convirtió en una música frenética, sin orden ni concierto, pero apropiada a las condiciones del Athletic.
Entonces surgió Urzaiz exhibiendo todo su dominio de la situación. A falta de otros argumentos, el Athletic confió a su cabeza y a su envergadura su espíritu levantisco.El navarro cogió el partido por el cuello y se lo llevó sin desmayo hasta el área del Oviedo. Urzaiz desniveló el partido en dos acciones ejemplares. La segunda de ellas sacó los pañuelos de San Mamés anticipando su gran tarde futbolística.
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