Un futbolista sin estrella
Vizcaíno no entiende por qué todos los años le buscan sustituto y sostiene con Bejl el enésimo pulso
De entre la gama de debates que se han desatado en el Atlético el año después del bicampeonato, uno tiene color sepia: ¿Por qúe era necesario buscarle un sustituto a Vizcaíno? ¿Y por qué si el curso de la competición dice que las prestaciones del sustituto, Bejbl, no mejoran las de Vizcaíno, tienen ambos que repartirse el puesto de medio centro defensivo? En realidad, la cuestión se repite temporada tras temporada por mucho que los números que enseñe al final el centrocampista, de 30 años ya, resulten incontestables. "Molesta un poquito que siempre me toque a mí ser el primero del que duden", comenta Vizcaíno, "pero bueno, ya lo tengo asumido".Y tanto. Por ejemplo, tuvo que competir con Julio Prieto, que había sido repescado del Celta, por ejercer de escudero de Schuster; que esperar a que Caminero demostrara que podía jugar en la media punta, o que Maturana cerrara su laboratorio de pruebas (experimentó con Solozábal y Simeone) y terminara por declararle como "el jugador más importante del Atlético, el que garantiza su equilibrio". Antic no ha sido una excepción a la tendencia dominante: cuando llegó le entregó la plaza a Simeone, hasta que se dio cuenta de su obsesión por irse al ataque; luego, lo intentó con Geli y con López; a mediados del curso pasado suplicó la contratación de Onopko, y finalmente este año trajo a Bejbl, que tampoco ha demostrado ser mejor que Vizcaíno.
Tal vez, las sospechas que permanentemente levanta Vizcaíno procedan de la oscuridad de su demarcación, destinada más al servicio ajeno que al brillo personal. Sin embargo, el propio jugador desestima ese porqué: "Ése puede ser un inconveniente de cara a la grada, pero no frente a los profesionales. Mi juego no es vistoso, pero los entrenadores- tampoco son tontos".
Entonces, ¿por qué esa sensación de que su titularidad camina siempre sobre el alambre? "Soy consciente de que es así", dice Vizcaíno, "y yo mismo me pregunto por qué. Mi trabajo está ahí y poquita gente puede tener queja, pero permanentemente me están buscando sustituto. Son los entrenadores los que tendrían que contestar".
Entre los argumentos esgrimidos por Antic al final del pasado curso estaba que a Vizcaíno le faltaba una pizca de visión de juego. "Con el paso de los años he podido perder algo de visibilidad", responde el centrocampista, "pero más bien creo que soy el mismo que en el Zaragoza, también con Antic, empecé a jugar de organizador. Yo me considero técnico y nada escaso de calidad, pero por mis funciones tengo que asumir otro papel y por la zona que ocupo, arriesgar menos
Vizcaíno, natural de Puebla de Mafumet (Tarragona), no supo que el fútbol le iba a condenar a una labor oscura hasta que llegó al Atlético, hace siete temporadas. La transformación no le costó: "A mi lado había gente como Schuster o Futre... No era resignarme, era asumir mi papel".
Sin fuegos artificiales, Vizcaíno se ha construido un cartel cotizado entre los de su clase: abarca mucho terreno, cierra con rapidez y criterio los espacios, cortocirculta los contragolpes rivales, se olvida de las tentaciones aventureras, rara vez se va al suelo, no regala la pelota, se ofrece constantemente como solución al compañero y posee un remate que garantiza tres o cuatro goles por temporada. Pero los entrenadores le siguen poniendo bajo sospecha.
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