Molina recibe el homenaje de sus compañeros de clase

"Le hemos tenido durante 22 años y eso es lo que importa. Él ha escrito muy rápido la página de su vida, por lo que sea, pero nos ha dejado una huella que no vamos a poder olvidar". Así recordaba ayer Guillermo Molina a su hijo óscar, fallecido en accidente de tráfico el pasado 11 de diciembre, cuando regresaba a Mérida para el entrenamiento del día siguiente. Más conocido como Molí, el defensa -nacido en Alcobendas (87.000 habitantes)- había sido traspasado al Mérida desde el Real Madrid B, aunque el club blanco mantenía una opción de recompra hasta 1999.

Ayer sus compañeros del colegio Antonio Machado se vistieron de corto y salieron al campo desafiando la lluvia para recordarle. Aunque no pudieron jugar contra el Real Madrid B, ya que el equipo asegura que no se le permite jugar contra un conjunto no federado, los merengues prestaron sus camisetas a uno de los equipos que jugó.Las chicas, todas de 22 y 23 años, le echan de menos. Llevaron al campo unas fotos de su amigo actuando en unos bailes escolares con ellas, cuando Oscar Molina apenas contaba 14 años. Ayer recordaron su simpatía, su espontaneidad, incluso cuando el Real Madrid se interesó por él: "No se lo tenía nada creído. Además de ser un buen futbolista, de pequeño, hizo muchos anuncios de televisión porque era muy guapo", recuerdan.

La familia Molina ha asistido ya a varios homenajes por su hijo, pero éste es el único partido jugado expresamente para recordar al futbolista sin que forme parte de ninguna competición oficial. "Para nosotros, éste es el homenaje de verdad, el bueno, el de la gente del pueblo que le quiere", decía ayer su padre. "Él era muy sencillo, muy humano y una buenísima persona. Sabemos que el partido de hoy le habría gustado", explicó David Yuste, uno de los organizadores del encuentro. "Aunque Moli no vio cumplido su sueño de ser jugador de Primera División, él era de primera en todo".