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LA LUCHA CONTRA ETA

El 'general' que se enfrentó a Pakito

Frío, astuto, metódico, escurridizo y experto en el tiro en la nuca. El general etarra José Luis Urrusolo Sistiaga, El Largo, ha pasado media vida huyendo de la policía desde que en 1978 ingresó en el comando Jaizkibel de ETA como activista dedicado a la captación de información sobre potenciales objetivos. Su captura en Francia acaba con un mito. Un mito alimentado incluso por la propia policía, que durante los últimos 10 años había fomentado en torno a él una leyenda de hombre de las mil caras, dotado de una increíble capacidad camaleónica.Interior había perdido la pista de Urrusolo, que ocupaba uno de los primeros puestos en el ranking de los fugitivos más buscados, el 21 de marzo de1992. Ese día huyó de España tras ser alertado por su María compañero de comando Fernando Díaz Torres. Este, que acababa de ser detenido por la policía, fue forzado a acudir a la cita telefónica acordada previamente con Urrusolo. Díaz deslizó durante su conversación la frase "Cómo está Francesca?", y el astuto etarra comprendió rápidamente: ésta era la clave para indicarle que debía poner tierra de por medio.

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Obsesionado por la seguridad, Urrusolo fue el encargado de montar la infraestructura del comando Madrid en la década de los 80. El grupo de chilenos del Movimimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) que trabajó para ETA en la custodia del secuestra do Emiliano Revilla en 1998 relató las enormes precauciones que el etarra adoptaba cada vez que acudía a una cita.

Junto a eso, su aparente despreocupación durante los 249 días que se encargó de vigilar el escondite de Revilla en unión de la mi rista apodada Eva. Fruto de tan tas horas de convivencia, entre ella y el jefe etarra surgió una relación apasionada. Y eso provocó los ce los y las rencillas de los demás chilenos, pero también contribuyó a agrandar su leyenda.

Dando prueba una vez más de su natural cautela decidió no al quilar pisos para alojar al coman do que dirigía y con el que pretendía realizar una sangrienta campaña en Barcelona, coincidiendo con los Juegos Olímpicos de 1992. Urrusoló ideó un nuevo sistema: montó su domicilio en una furgoneta Nissan, que mantuvo aparca da junto al estadio del Fútbol Club Barcelona.

Pero, pese a su habitual precaución, Urrusolo ha hecho gala de gran audacia. Por ejemplo, no tuvo reparo en viajar de Barcelona a Madrid a bordo del puente aéreo tras hacer constar en su billete una de sus múltiples identidades falsas. También demostró su frialdad durante las vigilancias a que sometió al industrial Emiliano Revilla cada vez que éste acudía al hotel Mindanao, pese a que estar situado a pocos metros de la Dirección General de la Guardia Civil.

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Los propios agentes que le han seguido los pasos durante un decenio han contribuido a hacer de Urrusulo una leyenda. Una leyenda forjada con mil y una anécdotas cuya verosilimitud es imposible acreditar. Durante los años que dirigió el comando Madrid llegó a decirse que había sido visto en locales gay de la capital, camuflado con una cazadora de cuero y un pendiente en una oreja. La policía le pisó los talones en vanas ocasiones, pero el etarra siempre iba tres metros por delante de sus perseguidores. Era como un fantasma.

José Luis Urrusolo demostró, una vez mas, su audacia cuando hace cinco años lanzó furibundos ataques contra Francisco, Múgica, Pakito, y la cúpula de ETA. El general encabezó una sublevación contra sus jefes, amparado posiblemente en la brillantez de su sangriento historial. "Pakito es un hijoputa, un gilipollas. Cuando le pida cuentas va a ser con el cacharro [pistola] encima de la mesa y lo que voy a hacer es darle cuatro hostias".

El general de vanguardia, con 16 asesinatos, dos secuestros y varios atentados con explosivos a sus espaldas, despreciaba a los jefes de ETA: "Son una pandilla de funcionarios burocráticos que no tienen ni puta idea de lo que es andar en el interior. No saben lo que es ir a una casa, tocar el timbre y que te manden a tomar por culo. Esos, lo más cerca que han visto a un pikoleto [guardia civil] es en la tele". Pero la cúpula tuvo que aguantar tal insubordinación. Urrusolo no sólo no fue castigado, sino que actualmente era responsable del aparato de cursillos de armas y explosivos y presunto jefe del aparato de logística.

Nunca nadie se había atrevido' a echar un pulso tan arriesgado a. la jerarquía etarra. El lo hizo prevaliéndose de que era el activista más. aguerrido. "Me enviaron [a España] porque no había más cojones, porque no había más taldés" [grupos armados], escribió en una carta a su esposa Gemma Pérez de Rueta. "Somos lo único que tienen y que funcionan; si no fuera así ya nos habrían mandado a tomar por culo", confió a su compañera Idoia López Riaño con su habitual lenguaje cuartelero.

Quizá ahora, tras su captura, pueda aclararse si, como sospechan los expertos, fue Urrusolo quien planificó y diseñó el atentado que en abril de 1995 estuvo a punto de costar la vida al presidente del Gobierno, José María Aznar. Ésta y otras acciones llevan su sello.

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