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La "innovadora" instalación antihielo de Barajas falló ante su primer gran temporal

Vicente González Olaya

La flamante instalación antihielo del aeropuerto de Barajas, de 6.000 metros cuadrados, un coste de 60 millones de pesetas e inaugurada el verano pasado, fracasó estrepitosamente en la noche del martes en su estreno contra el frío. El "innovador sistema", como lo califica Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), quedó inutilizado durante el temporal al resquebrajarse su pavimento y quedar así inservible la plataforma desde la que se rociaba a los aviones con una solución química que deshacía las placas de hielo.A causa de esta sorprendente avería, ocurrida precisamente el día en que el temporal alcanzó su mayor fuerza, los equipos antihielo tuvieron que salir de la plataforma a la búsqueda de los aparatos, dispersos por todo el aeropuerto. En su trajinar necesitaban un mínimo de 30 minutos para cada aparato. Y ahí empezó el colapso. A medida que avanzaba la tarde, la acumulación de aviones con hielo que pretendían despegar se hacía mayor y la capacidad de respuesta de los servicios antihielo menor, hasta el punto de que, finalmente y en medio de la protesta generalizada de cientos de viajeros, 35 vuelos tuvieron que ser cancelados y otros 87 sufrieron retrasos de hasta siete horas.

A pesar de ello, un portavoz de AENA defendió ayer a capa y espada el invento. "Es un sistema novedoso que ningún otro aeropuerto emplea todavía. Y el martes era la primera vez que lo usábamos ante un gran temporal. Lo que pasó es que se levantó una parte del pavimento. No sabemos las causas exactas, pero es normal que ocurran fallos así porque es un sistema muy novedoso".

El aeropuerto acusa

AENA e Iberia ofrecen versiones distintas sobre las causas que motivaron el colapso de Barajas

Barajas, sin embargo, descargó directamente sobre las compañías la responsabilidad de los múltiples retrasos y cancelaciones: "Este aeropuerto, a pesar de lo que se ha dicho, no canceló ningún vuelo. Fueron las compañías aéreas las que lo hicieron y retrasaron sus vuelos más tiempo del que les correspondía. Pregúntenles a ellas las razones. La operación de quitar el hielo de las aeronaves no retrasaba más de dos horas los despegues. Sin embargo, hubo algunas compañías aéreas cuyos aviones partieron con cinco o seis horas de demora".Iberia respondió ayer que no anulaba ni retrasaba vuelos "por capricho". "No queremos entrar en polémicas con el aeropuerto, pero lo que está claro es que esta compañía pierde mucho cuando cancela un vuelo. Si se hizo así fue por causas muy justificadas".

Al mediodía de ayer todavía quedaban en las salas de espera del aeropuerto viajeros cuyos aviones no habían partido a causa del colapso, que afectó al 50% de las salidas. "Yo llevo aquí más de veinte horas", afirmó indignado Javier Segovia, un madrileño que deseaba llegar a Ginebra. "Primero retrasan el vuelo durante horas, luego lo cancelan y ahora [al mediodía de ayer] me dicen que tengo que esperar hasta las siete de la tarde para coger el avión. No sé si saldré de aquí algún día".

Sin embargo, un portavoz del aeropuerto señaló que se había "exagerado mucho". "A veces se contabilizan como cancelados vuelos que no existen. Por ejemplo, algunas compañía extranjeras cuentan con slots [permisos de vuelo] para sus operaciones y, sin embargo, no los utilizan. En los paneles de información sus viajes aparecen como cancelados, pero nunca han existido", dijo. "Ayer [el martes] se anularon 35 vuelos, una cifra alta, pero no tanto si se tiene en cuenta que diariamente se cancelan unos veinte", añadió el citado portavoz.

El aeropuerto fue recuperando ayer poco a poco la normalidad. Según AENA, el tráfico aéreo sólo registró un retraso medio de 20 minutos. "Hay que destacar", indicó su portavoz, "que el aeropuerto sigue abierto a pesar del temporal sufrido y está operativo al cien por cien".

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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