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Entrevista:

"Al futbolista español le falta un plus de vanidad"

El año 1996 no le dio ninguno de los títulos que posee, pero puede clasificarse como su gran año. Las puertas de la selección se le abrieron definitivamente, su nombre sobresalió en las últimas grandes citas del Barcelona y su cotización se disparó. Sin embargo, Pep Guardiola, de 25 años, asegura que su techo está aún por llegar.Pregunta. ¿Vive su mejor momento como profesional?

Respuesta. Me encuentro bien. Decir si es mi mejor momento o no ya es más difícil. A veces, eso va muy ligado al rendimiento colectivo. Recuerdo que ganamos alguna Liga y yo no me encontraba fino, pero se me valoraba sólo por el hecho de haber ganado. Otras veces me he encontrado realmente bien, pero como no ganábamos...

P. No es el caso actual. En partidos que su equipo no ganó, como ante el Atlético o el Madrid, su nombre sí se destacó.

R. Es cierto que ahora me encuentro muy cómodo conmigo mismo y eso ayuda mucho. Y luego, a mí personalmente me apasionan ese tipo de partidos. Siempre estoy en ellos para dar lo mejor de mí. Un futbolista está hecho para jugar este tipo de partidos. Cuando sueñas de niño, te vienen estos flashes: Madrid, Barcelona, Atlético... Al principio, recuerdo que salía cohibido. La experiencia ayuda. En el Bernabéu he jugado muchas veces y nunca me he encontrado tan suelto como la última vez.

P. ¿Hablamos de un Guardiola ya formado completamente?

R. No, por favor. He evolucionado en cosas, pero todavía tengo 25 años. La frase tópica de "yo ya no tengo que demostrar nada" es una grandísima equivocación. Pensar que has hecho mucho es una manera de estancarte. He evolucionado, pero aún tengo que evolucionar más. Y es que además he de pensar que es así.

P. ¿Es más entonces una cuestión de automotivación personal que de un convencimiento real?

R. No, realmente creo que tengo posibilidad de hacer más cosas. Es una cuestión personal: quiero ganar y jugar partidos importantes. Va muy ligado al hecho de que me sigue gustando el fútbol.

P. Pues hablemos de su evolución. ¿Le gustaría tener más gol?

R. Sí. Es una de mis carencias. Es una cuestión de formación. Desde pequeño siempre busqué el pase, porque no tuve físico para la llegada. Adquirí unas virtudes y padecí unos defectos. Me tengo que exigir meter más goles.

P. En lo que sí ha evolucionado ha sido en el aspecto defensivo.

R. Era una cuestión necesaria para jugar en mi posición ideal, la de medio centro. Llegó un año en el que el señor Cruyff fichó a Popescu para jugar en ese puesto. El argumento que dio era que el rumano era un jugador fuerte, defensivamente potente. Y a mí me desplazó a una banda. Yo podía tomar dos posturas. O decir, juego de medio o no juego, o decir, jugaré en la banda, pero mejoraré el aspecto defensivo porque quiero volver al medio centro. Así que no me quejé y me dije: es cuestión mía. Nunca fui un marcador, pero tenía que hacerlo. No lo veía claro, pero un día tuve que marcar hombre a hombre a Nilis en el campo del PSV y otro día, a Lardín. Lo hice y pensé: yo también puedo defender. Si fuera medio ofensivo tendría que tener más gol, como soy medio defensivo he de defender. Si quieres jugar, tienes que hacerlo.

P. Su avance defensivo le abrió las puertas de la selección. Y por lo que se vio el día de Yugoslavia, los galones pueden recaer en usted.

R. Se ha hablado mucho del partido de Yugoslavia, de que por una vez se han juntado tres o cuatro jugadores de un gusto concreto, pero yo hago otra lectura. Sin Raúl, Kiko o yo, y con los Zubi, Alkorta, Hierro, Sergi, Nadal..., la selección llevaba 25 partidos seguidos sin perder. Y hay alguna razón. Somos buenos jugadores, pero la clave es que en la selección se ríe mucho y eso se traslada al campo. Uno continuamente se lo pasa bien, no hay momentos aburridos, no hay ocasión de pensar: ¡no, diez días encerrados aquí!

P. ¿No es hora de que algún futbolista español tenga ataques de vanidad y diga, como hacen extranjeros como Mijatovic o Ronaldo, yo soy muy bueno?

R. Igual eso va con la cultura. No significa que los españoles no nos creamos importantes, pero no vemos necesario airear que somos mejor que el de al lado. Lo pensamos todos, pero yo no soy partidario de decirlo.

P. Esa cultura marca el carácter. ¿Puede que ése sea el punto que le falta al futbolista español para competir con el extranjero?

R. Puede ser. Pero es como intentar cambiar la mentalidad de los americanos. Es una cuestión de concepto, de crecer con esto. Pero sí, efectivamente nos falta un plus de llegar y decir: señores, vendrán los yugoslavos, les ganaremos e iremos al Mundial. Ese plus nos ayudaría al grado de suerte del que nos quejamos después. Perdimos por penaltis en cuartos, jugamos mejor... Nos falta un plus de vanidad. Y ese plus nos haría ganar.

P. Cinco jugadores del oro olímpico del 92, Abelardo, Kiko, Alfonso, Luis Enrique y usted, son ya titulares en la selección. ¿Qué significa?

R. Mi sensación ahora es la misma que entonces: que hay un buen equipo, con mucho talento. De aquel equipo, Solozábal fue un jugador importantísimo, un punto de referencia a todos los niveles por cómo llevaba al equipo y por cómo lo sentía. Era lo que yo entiendo como un líder. Por eso es una generación descabezada. Pero bueno, el seleccionador ya contó con Solozábal y aunque luego se apoyara en otra base tiene un muy buen concepto de él. Me consta.

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