_
_
_
_
Reportaje:

Las monjas juegan al escondite

Una muestra recoge el arte de las tradiciones navideñas de los conventos de clausura

Este año san José se ha librado del castigo al que le someten las Carboneras, una de las 35 clausuras que hay en la Comunidad de Madrid. Todos los años las religiosas de ese convento desnudan una figura del santo y lo encierran en un desván durante dos meses. Su enfado se debe a que en su día el santo varón dudó de María al verla embarazada. Y el motivo de la dispensa de este año es que la figura de san José, que forma parte del conjunto La Visitación junto a otra de María, está en el Museo Municipal participando en la exposición Vida y arte de las clausuras madrileñas. El ciclo de la Navidad.Durante dos años, Letizia Arbeteta y José Félix de Vicente han preparado esta muestra, que recoge anécdotas y piezas de arte totalmente desconocidas para el gran público, procedentes de 10 conventos de clausura madrileños: las Descalzas Reales, la Encarnación, las Comendadoras de Santiago, las Trinitarias, las Salesas, la Latina, San Pascual, las Benedictinas de San Plácido y las Carboneras.

A la Virgen de la Candelaria salieron a despedirla las monjas que conviven con ella. La circunstancia era, importante para todas porque esta imagen abandonaba por primera vez el convento donde ha residido más de tres siglos. También de manera excepcional se ha liberado de las cadenas al dragón que tiene a sus pies la Inmaculada Concepción, La Abadesa, de otro de estos conventos. Por razones de seguridad, simbólicamente, las monjas atan al monstruo que acompaña a esta Virgen a la cruz que tiene al lado cuando está en el convento.

Y también por seguridad, no se facilita la procedencia de las piezas. Sí quieren resaltar los dos comisarios la estupenda colaboración que han prestado las religiosas que, por culpa de esta muestra, han tenido que renunciar a pasar las navidades con objetos de gran importancia para ellas en estas fechas.

El Niño Perdido

Tampoco podrán realizar muchos de los juegos típicos de esta época. Por ejemplo, nadie va a encontrar al Niño Perdidito, la versión sacra del juego del escondite que se practica en la Encarnación. Hasta hace muy poco, alguien escondía un Niño Jesús tallado en marfil del siglo XVII, que hubo que sustituir por otro de plástico que no levanta mucho entusiasmo. El premio para la monja que lo encuentra es tener en su celda hasta el día de Reyes la figura del Niño que ella elija.No podrá ir de cama en cama el Niño de la Ronda que sacan las Trinitarias el día de Año Nuevo. Las monjas, en procesión, van con una figurita de marfil de principios del siglo XVII de celda en celda. En cada parada se acuesta al Niño y cantan y recitan poemas en su honor. Si las sábanas no son muy finas, preparan un pañuelo doblado en zigzag para recibirle.

Nunca se sabe quién es la que roba los dulces que las Benedictinas dejan junto a la figura de María, que está a punto de dar a luz, José (los dos de los siglos XVII-XVIII), y una burra de cartón con una vela. Cuando al día siguiente la madre, dice: "Hay ladrones en el convento", nadie responde. Pero a la mañana siguiente, 24 de diciembre, las golosinas aparecen repartidas por los platos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Los manolitos son otros de los grandes protagonistas de la Navidad en los conventos de Madrid. Las religiosas llaman así al Niño Jesús que sientan en un trono el día 1 de enero, festividad de San Manuel. No se sienta en cualquier sitio a estos niños. Uno de ellos dispone de la sillita que Eugenia de Montijo regaló al infante don Alfonso (que luego fue Alfonso XII). Otro, nada menos que de un trono de Fernando VI.

Todos los cuidados de las monjas para sus niños son pocos. Al Niño Divino Infante le han vestido como a un cardenal. Y bajo los faldones, la ropa interior también está cuidada al detalle.

El ropero del Niño Jesús Esposo, El Papa, (siglo XVII) haría las delicias de cualquier niña: dos tiaras papales, capa pontifical, casullas, amitos, camisas, medías de hilo, zapatos de plata, pectoral y anillo a la medida, todo en finas telas y bordados. Lo de esposo es porque es el encargado de llevar el velo de la novicia en la mano en las bodas místicas de Cristo con la Iglesia.

Decía santa Teresa: "También entre los pucheros anda el Señor". Por la cocina de las Trinitarias anda el Niño Jesús Cocinero, vestido con un mandil y gorro alto. Lleva cubiertos de plástico en un bolsillo y un pollo asado en una mano. Con los dedos de la otra hace un gesto goloso. Y por culpa del amor que le tienen sus monjas, según dijo una religiosa, el Niño Jesús Cautivito está lleno de cadenas.

Vida y arte en las clausuras madrileñas, en el Museo Municipal (Fuencarral, 78; metro Tribunal). Hasta el 26 de enero. 300 pesetas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_