_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Medios de incomunicación

Menudas plataformas digitales nos preparan. Después de casi 14 años de poder socialista acomplejado en el plano internacional, incapaz de defender los intereses del país, por fin el nuevo presidente del Gobierno, José María Aznar, va a poner a España en órbita mundial en los umbrales del siglo XXI. Por una vez llegaremos a tiempo a la nueva revolución informática. Seremos ciudadanos de primera en la sociedad de la información. Por eso, a pie y a caballo, en Prado del Rey se anuncian canales y más canales de televisión que harán resonar el idioma español por todo el planeta. Es la hora en que todos se retratan pero por la que Anson ha trabajado incansable desde hace decenios. El coro de sus 400 millones de hispanohablantes se alza frente al poder de las tinieblas y la babel desmayada. En Europa, como dijo Mitterrand ante el Parlamento de Estrasburgo y confirmó Rodríguez, secretario de Estado para la Comunicación, ante la Asociación de Periodistas Europeos, sólo hay futuro para dos idiomas, el inglés y el español.Ese pronóstico certero ha conmovido al viejo continente. Informan los corresponsales que los más de 100 millones de europeos que aún se expresan en alemán han empezado angustiados sus clases de idiomas en los Institutos Cervantes más próximos a sus localidades de residencia para no quedar "arrumbados por el viento de la historia en la playa de la insignificancia", conforme presagiaba Julio Cerón. Ya nadie discute, que las próximas elecciones para la Casa Blanca en el año 2000 se decidirán en la plataforma digital, donde Abc, Televisa y demás compañeros del equipo de percusión marcarán el paso alegre del voto hispano hacía las urnas norteamericanas, según mejor convenga al renacido imperio lingüístico español. La Real Academia de la Lengua empieza a configurarse así como el nuevo e irremediable centro de poder capaz de que las cosas vuelvan a su sitio en este mundo babélico y desnortado.

Pero mientras unos y otros se acomodan para presentar el grandioso desfile ansoniano, cuando ya se oyen los claros clarines, en las tribunas todo son todavía comentarios menores, que traducen algún desconcierto. Así sucede, por ejemplo, con la visita del presidente Aznar al premier John Major en su sede londinense del número 10 de Downing Street, el pasado 27 de noviembre. El encuentro de ambos líderes permite comparar la forma en que fue reflejado informativamente por los medios de comunicación españoles y británicos. Los de nuestro país se deshicieron en titulares donde Major expresaba a Aznar "todo su apoyo" a la política del Gobierno español frente a Cuba. Entonces, para entender lo sucedido, conviene hacer el esfuerzo de trasladar la escena a Madrid y volverla por pasiva. ¿Cabe imaginar al citado premier o al presidente Chirac en los jardines de Moncloa al concluir una entrevista escuchando cómo Aznar presta "todo su apoyo" a la política del Gobierno británico, o francés, frente a Kenia o frente a Senegal?

Atendamos a continuación al Financial Times, que titula al día siguiente del histórico encuentro, a un columna en su página 8, "Spanish fishermen are urged to speak English". El periódico informa que el Gobierno del Reino Unido dio cuenta de sus planes para reformar la política común de pesca de la Unión Europea, que incluyen una nueva obligación de que las tripulaciones de los barcos registrados en Gran Bretaña hablen inglés. Según el FT, "Mr. Aznar seemed amused". El presidente, según el diario, se declaró además seguro de que los pescadores españoles podrían aprender inglés pero, detrás del idioma, la cuestión discutida son las cuotas pesqueras. Y la pretensión británica es impedir que los barcos con propietarios fuera del Reino Unido puedan pescar por cuenta de las cuotas otorgadas a ese país. Semejante intento figura en un protocolo que Major quiere incluir en los acuerdos de la Conferencia Intergubernamental y sin. cuya aprobación promete el bloqueo de cualquier progreso de la misma. Así que, una vez más, como se prueba en este caso de Downing Street, los medios informativos han sido "medios de incomunicación". ¡Viva Cuba libre!

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_