Los goles salvan al Barcelona
Giovanni y Popescu resolvieron un mal partido ante el colista de la Liga
Goles y sólo goles. Los partidos se suceden en el Camp Nou, ya sea sábado, domingo o lunes, sin otro punto de mira que las porterías. Va y viene el Barça de una área a la otra sin reparar en el entrejuego. Un correcalles. No hay mejor expresión de lo acontecido que el resumen de cualquier televisión. Ni la visita del último alteró el plomizo discurrir azulgrana.Tejió el Extremadura hasta tres opciones claras de gol -incluso Juanito desperdició un penalti- y, sin embargo, cargó con tres goles antes de alcanzar el descanso. Vivió el Baroça del acierto puntual de Giovanni y de un balón cazado por Popescu a la salida de un córner. Muy poca cosa. Hasta Ronaldo estuvo ayer más pusilánime que nunca. Todo muy vulgar tratándose de una noche propicia para recuperar el ánimo perdido en San Mamés. Resultó que hasta el colista le discutió el segundo puesto en vísperas de visitar al líder. Mal asunto.
La efectividad azulgrana tuvo tanto peso como la bondad del Extremadura. El colectivo de Ortuondo resultó un samaritano para un equipo que no perdona ante el marco ajeno. El problema es cómo se llega a la meta contraria.
La puesta en escena del grupo de Robson resultó esperpéntica. Los futbolistas se atropellaban en cualquier rincón de la cancha y el balón salía como un conejo de cada madriguera. No tuvo ningún hilo conductor no sólo por la ausencia de Guardiola sino por la presencia de Iván de la Peña como medio centro. Lo Pelat pierde toda su carga letal cuando se le desplaza de la zona de definición, allá donde surge el último pase, a la de gestación del juego, justo cuando comienza la primera jugada, como ocurrió anoche.
El absentismo de Iván, el fútbol laberíntico de Figo y el desacierto de Ronaldo en el remate dejaron el peso del juego a Chapi Ferrer y Giovanni. El coraje del lateral sirvió para abrir el partido y la técnica del brasileño para cerrarlo. Fue un equipo descosido, lento y previsible, incapaz de abrir el juego, por las bandas y empeñado en hurgar por las entrañas de la zaga, rival. El Extremadura abandonó el estadio con la cabeza alta y los bolsillos vacios. Puestos en una balanza los dos equipos, habría serias dudas sobre el vencedor de acuerdo al juego. El marcador, sin embargo, le dio la razón al Barça.
Continuó fiel el equipo de Robson a la media de tres tantos por partido. Tiene pegada, especialmente en el Camp Nou, y los goles maquillan su falta de fútbol. No sabe el técnico inglés como llenar el medio campo. Es el suyo un equipo partido por la mitad, sin jugadores que le den contenido en el ombligo de la divisoria, y muy ligero de equipaje.
El decaimiento del juego de Ronaldo ha desnudado aún más a un colectivo parido en un mes a golpe de cintas de video y talonario, y la hinchada comienza a rascarse el mentón en busca de explicaciones.
El juego no invita al optimismo en un momento en que el Madrid aguarda como líder, un líder fuerte, más aplomado que el Barcelona. Las individualidades del equipo azulgrana, sin embargo, son de tal calibre que nadie puede descartar a este equipo para ningún cometido. El Barça no tiene juego -la segunda parte resultó descorazonadora- pero luce más goles que nadie. El equipo azulgrana abandonó el Camp Nou entre algunos silbidos de desaprobación por una noche para olvidar.
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