_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Se aburren

Roca y Maragall se aburrían con su trabajo. Por debajo de cualquier otra consideración, éste es el argumento que los científicos anotan para explicar su abandono. No deja de ser una explicación sorprendente. En principio, la política no es. un parque acuático. De niño, en casa, acostumbraban a cortar en seco mis mohínes diciendo: "Si te aburres, ponte el sol". Siempre me pareció una frase muy misteriosa. Hasta que finalmente desentrañé su sentido: "Chaval, no marees". En cuanto a la emergencia de las razones personales a la hora de explicar decisiones políticas, bien, no tengo nada que objetar. Los factores humanos -cuanto más bajos más factores y más humanos- son claves. Ahora: la política es uno de los lugares privilegiados donde pueden invocarse. Algunas mañanas, especialmente en invierno, yo descubro una gama variadísima de factores humanos para no ir a trabajar. Pero siempre acaban primando los políticos. Los factores políticos. Se aburrían... Es extraño. No está mal la política: uno defiende sus ideas y además le pagan por ello. Supone también, la política, un considerable método de promoción, incluso para cuando se deja. ¿Qué era el señor Maragall en el pasado? Un confuso muchacho que llevaba tejanos de color rojo. Por esos tejanos estuvo a punto de quedarse sin alcaldía: Serra prefería las blusas de Mercè Sala. ¿Qué era el señor Roca? Un mero proyecto de abogado. Veinte años después su bufete ha alcanzado la suprema categoría de murmullo inexorable: "Hay que hablar con Roca", dice ahora el lobbismo catalán. Brillantes, un punto melancólicos, seductores, los afectados por el dulce mal de l'ennui se van retirando a sus habitaciones. La política queda en las manos de los que no tienen tiempo ni posibilidad de aburrirse: han de ganarse la vida con ella y eso distrae mucho.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_