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El ascendente poder del voto hispano en EE UU

Loretta Sánchez vence en el condado califomiano de Orange frente al ultraderechista Bob Dornan

Loretta Sánchez, cuya victoria en las elecciones para el Congreso por el distrito californiano de Orange se acaba de confirmar tras más de dos semanas de incertidumbre, se ha convertido en el símbolo del ascendente poder electoral de los hispanos en EE UU. La importancia del triunfo de Sánchez, una demócrata de 36 años de origen mexicano, se basa en las características de su distrito -históricamente conservador- y en el adversario al que ha derrotado, el republicano Bob Dornan, un ultraderechista que buscaba su décimo mandato.Dornan, cuyo apodo B-1 Bob se asocia a los famosos aviones de bombardeo B-1, representa la franja más conservadora, algunos dirían extremista, del Partido Republicano. De carácter temperamental y sin pelos en la lengua, Dornan llamó una vez al presidente Bill Clinton "mujeriego" y "drogadicto". En otra ocasión dio un puñetazo a un compañero del Congreso. Ahora, cuando el recuento final ha confirmado que Sánchez le ha ganado por unos cientos de votos, se niega a aceptar el resultado.

La nueva situación en Orange, la que permitió que ganara una candidata hispana a un rival como Dornan, refleja el nacimiento de una nueva comunidad hispana en EE UU, tan crecientemente motivada y unida en la defensa de sus intereses y valores como políticamente integrada en la sociedad norteamericana. Asustados por el programa que propusieron Dornan y los republicanos, los hispanos -hay unos 27 millones en EE UU, alrededor del 10% de la población- batieron el pasado 5 de noviembre en las presidenciales y legislativas todas sus anteriores marcas de participación. Y demostraron una clara tendencia prodemócrata: tres de cada cuatro hispanos votaron por Clinton.

En las propuestas republicanas de restringir la inmigración y reducir la asistencia social a los inmigrantes legales y sobre la proposición 187 de Califomia, que pretende prohibir el acceso de los ilegales a la educación pública y la asistencia médica, los hispanos encontraron, según los expertos, inspiración de sobra para nacionalizarse, registrarse para votar y acudir a las urnas.

Más de un millón de hispanos se nacionalizaron norteamericanos en 1996, duplicando la cifra de 1995. En California, donde los hispanos representan el 15% de la población, el número de votantes hispanos subió más del 50% sobre el de las anteriores elecciones. El hecho de que Clinton se hiciera con la mayoría de los votos en el Estado norteamericano más poblado se puede atribuir en gran medida a los hispanos.

En Arizona, el voto hispano aumentó en un 60%, ayudando al presidente Clinton a convertirse en el primer demócrata que gana allí desde que lo hiciera Harry S. Truman en 1948. Clinton también se llevó Florida, algo que no ha logrado ningún demócrata en dos décadas, gracias al apoyo hispano, y en particular el de los cubanoamericanos, que hasta ahora formaban parte de la más fiel base republicana.

La participación de los hispanos en el proceso electoral ha quedado históricamente muy por debajo del promedio nacional. Pero tras los resultados de las últimas elecciones, según dice el congresista de Arizona Ed Pastor, presidente del caucus o grupo hispano del Congreso, ya nadie puede despreciarlos: "El mensaje está claro: piénsalo dos veces antes de apoyar un programa antihispano".

Tras la confirmación de la victoria de Sánchez, los hispanos suman ya 19 escaños de los 435 que componen la Cámara de Representantes, el número más alto de la historia. Todos los congresistas que se presentaron para la reelección salieron con la victoria. Algunos de los nuevos candidatos, como Sánchez, obtuvieron victorias resonantes. Pero pese a estos avances, la comunidad hispana sigue sin disfrutar de la plena integración en el sistema político. El Senado todavía carece de una voz .hispana.

Negros, asiáticos y judíos

Los hispanos no son una excepción. Otras minorías raciales culturales de EE UU también se encuentran en situaciones en la que su representación en el Congreso no corresponde con su población. El caso más evidente es el de los negros. Hay 33,5 millones (el 12% de la población) en EE UU, pero sólo uno de los 10 senadores es negro. Su situación en la Cámara de Representante es mejor, pero no mucho. De lo 435 escaños, los norteamericanos de origen africano ocupan solamente 37. El 84% de los negros que votaron el 5 de noviembre prefirieron a Clinton frente al republicano Bob Dole.Los últimos comicios también fueron históricos para una comunidad que se suele identificar con el poder económico, no electoral: la asiática. Gary Locke, un demócrata de 46 años e hijo de inmigrantes chinos, fue elegido gobernador del Estado septentrional de Washington. Es el primer gobernador asiático de la historia del país, si se exceptúa la isla de Hawai.

Respecto a los judíos -constituyen el 3% de los votantes-, el 78% apostó por Clinton.

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