El Leganés vuelve a ser espedacular

¿Quién dijo que en Segunda no se jugaba bien al fútbol? Que rectifique o se pase una tarde por el Nou Estadi, donde los hinchas granotes acuden con cierta sorpresa y fruición a la obra que sus muchachos dan cada quince días. Todo depende del talante, claro, y no hay duda de que Levante y Leganés no pensaron otra cosa que no fuese en ganar, pero no a cualquier precio, sino por la autovía del espectáculo.Mané lo sabía y lo había advertido a sus jugadores, el Leganés tiene un despertar poderoso, pese a lo cual el Levante no pudo hacer nada por evitarlo. El conjunto madrileño presionó sobre el cogote local para conseguir marcharse en lo que parecía un despegue definitivo. La defensa adelantada del Leganés se le atragantaba al Levante, carente de la velocidad necesaria en los últimos metros para superarla. Y entonces Mané mandó calentar a Kaiku, el más veloz de los suyos. Y sobre la pradera apareció. El efecto vitamínico de Kaiku fue inmediato. En un par de minutos ya estaba igualada la contienda.

El Levante, que había desplegado un esfuerzo tremendo para igualar el partido, salió del descanso con cierto aire distraído, lo que aprovechó el Leganés para morder de nuevo. El golpe, no obstante, tampoco resultó definitivo: el Levante volvió a imprimir todo su estilo de juego, empató de nuevo y pudo incluso llevarse el partido. Por juego e insistencia lo mereció, pero le faltó la mortal pegada del enemigo.