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Aumenta la llegada a la capital de adolescentes marroquíes en busca de trabajo

"El problema de la inmigración de niños se va a disparar". Esta afirmación del defensor del menor, Francisco Javier Urra, en unas jornadas sobre maltrato infantil celebradas hace una semana tiene su reflejo en el centro de acogida para chavales desamparados de Hortaleza. Desde 1995, la mitad de los adolescentes que ingresan en esta residencia de estancias temporales de la Comunidad son chicos marroquíes con edades entre los 12 y los 18 años que, solos, han dejado atrás a sus padres y hermanos para buscarse la vida en Madrid. La mayoría proceden de barrios muy pobres del norte de Marruecos.En 1994 fueron 87 los adolescentes extranjeros (la mayoría magrebíes) de 12 a 18 años que ingresaron en Hortaleza, el 32% del total; en 1995, el número ascendía a 133 (el 42,5%), y hasta el 30 de septiembre de este año sumaban 104 (el 48%).

Casi todos se fugan del centro, ya que han cruzado el Estrecho para ganar dinero y no para vivir en un internado. Buscan cobijo en barrios como Lavapiés o Peña Grande, con fuerte presencia magrebí. Y eso es lo que preocupa a los educadores de Hortaleza, que se sienten impotentes y se preguntan por el futuro que espera a estos chavales.

Este año ha aumentado de forma llamativa el ingreso de chavales de 16 a 18 años: 47 hasta septiembre, cuando en 1995 fueron 37 y 18 en 1994. En ello influye el nuevo reglamento de extranjería, en vigor desde febrero, que impide la expulsión de los menores desamparados y obliga a la policía a trasladarlos a centros de acogida.

Cabe suponer que algunos mayores de edad fingen ser más pequeños para beneficiarse de estas medidas. Pero eso no explica el aumento experimentado en 1995, cuando aún se aplicaba el reglamento antiguo, y tampoco el de los menores de 16 años (mayoría de edad penal), a los que ni antes ni ahora se les aplicaban medidas de expulsión.

Esperanza García, directora del Instituto Madrileño del Menor y la Familia, del que depende el centro de acogida de Hortaleza, reconoce que el problema está generando cierta sensación de impotencia entre sus equipos.

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Se escapan del centro

"Si esos chicos quisieran les acogeríamos, como a cualquier otro, en nuestras residencias o pisos tutelados, pero ellos se escapan porque se sienten adultos y quieren trabajar y vivir por su cuenta, no en un internado sujetos a horarios", explica. "Pero nos preocupa el tema y habría que buscar fórmulas para dar una respuesta mejor a estos muchachos", concluye.

Reduan Aisouk, miembro de la Asociación de Emigrantes Marroquíes en España (AEME), cree que, en barrios como Lavapiés, urge poner en marcha programas de atención social para que estos adolescentes no caigan en la marginación. "No es un asunto nuevo, pero la situación política y económica del norte de Marruecos empeora y cada vez son más y de menor edad los chavales que vienen a buscarse la vida", añade.

Representantes del departamento de migraciones de Comisiones Obreras también creen que esta inmigración adolescente no es un fenómeno nuevo, pero sí creciente. "Un chaval puede colarse en la frontera y en los transbordadores del Estrecho con más facilidad que un adulto", explican. "A menudo son los propios padres los que apoyan que el chico se marche, porque necesitan que envíe dinero, y en ambientes pobres un muchacho trabaja desde muy pequeño", concluyen.

Miembros del centro social San Rafael, de Peña Grande, también creen urgentes las medidas sociales: "En plena adolescencia estos chicos viven sin controles afectivos ni de autoridad, y eso puede ser un polvorín".

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