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COMPETICIONES EUROPEAS: COPA DE LA UEFA

El Valencia recurre a la épica

Pese al empate sin goles, el equipo de Luis elimina al Slavia de Praga

Cuando el fútbol se extinguía inexorablemente, un árbitro austriaco lo rescató sin pretenderlo: expulsó injustamente a Zubizarreta y el Valencia, vulgar hasta esos momentos, se transformó en un equipo temible. Suele suceder que cuando al Valencia le tocan el orgullo, el equipo contrario puede echarse a temblar. Así lo sufrió el Slavia que, con un hombre más sobre el césped de Mestalla, fue abrasado por el coraje local. Entuasiasmado con la entrega de su equipo, la hinchada tributó un emotivo homenaje a Gálvez, que regresó tras siete meses de ausencia por lesión.Ni que tuviera un gol en contra, ni que necesitara dos goles para superar la eliminatoria, el Slavia salió a lo suyo, o sea, a especular. Pero como el Valencia no está tampoco como para echar cohetes, el partido a la media hora estaba donde se esperaba: en el infierno. La táctica checa era antediluviana y constaba de dos puntos. Según el primero, tres defensas en plan sabueso (Lerch, Kozel y Asanin) perseguirían como posesos a los tres chicos locales más peligrosos (Moya, VIaovic y Piojo). Y según el segundo, los demás jugadores saldrían dispuestos a la guerra total. Un primor de estrategia.

A lo que el Valencia respondió con similares argumentos. No tenía otros. Ausente Fernando, la calidad del centro del campo local desciende unos; cuantos grados. Sucede además que el de Luis anda justo de fuerzas y de recursos. Cansado de jugar al límite. La prueba es que Poyatos, el hombre que sostuvo al grupo en los últimos compromisos, parece derrotado. Lo que sugiere una reflexión impepinable: a más partidos, más hombres para abordarlos. El Valencia, en cambio, en vez de añadir jugadores, se desprende de ellos.

De modo que el relevo en el liderazgo lo asumió Engonga, que, después de lo vivido el pasado sábado en el Camp Nou, debió de pensar: "Después de Ronaldo, cualquier cosa". Y mantuvo a raya su defensa, libre de checos. Pero en un encuentro de poco gusto el árbitro austríaco quiso dejar rastro. Primero fue extremadamente casero, barriendo todo lo que pillaba para casa. Después, en cambio, en una decisión sorprendente, creyó que Zubizarreta sacaba el balón con la mano fuera del área cuando todo el estadio vio que lo hizo con el pecho. Zubizarreta quedó desolado. No era para menos. Un hombre tan curtido no se acostumbrará nunca a este tipo de injusticias que atentan contra el fútbol.

El público, completamente impasible hasta esos momentos, se puso incondicionalmente del lado de su equipo. Lo que no había, conseguido el Valencia con su juego, lo consiguió el árbitro con su arbitrariedad. El choque estaba definitivamente del lado de las emociones. Y en esa parcela el Valencia crece muchos enteros. En realidad, fue entonces cuando apareció por primera vez el fútbol. 0 algo parecido, tampoco hay que exagerar. El caso es que, herido en su orgullo, el Valencia se fue arriba para llevarse el partido. Y los hombres de Aragonés, fieles a su espíritu, convirtieron cada balón en la batalla del fin del mundo. De manera que si hasta la expulsión había dos equipos de poco pelo, después hubo uno, el Slavia, mientras el Valencia había devenido un equipo agigantado. Muy respetable para los aficionados, que valoraron su esfuerzo. De hecho, se sucedieron las llegadas valencianistas y sólo los inocentes disparos de Mendieta evitaron los goles locales.

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