Estrépitos publicitarios
Dicen que el ser humano es un animal de costumbres, y nada, más cierto. Desde hace unos años, todos los días, varias veces y en el mismo instante, millones de espectadores realizan el mismo acto, que, a fuerza de repetirlo, se ha convertido en tan reflejo corno el respirar. El gesto consiste en que, para proteger nuestros oídos y, de paso, protegemos de las iras (le los vecinos, todos cogemos el mando a distancia o nos levantamos corriendo a bajar el volumen del televisor cada vez que los anuncios irrumpen estrepitosamente (nunca mejor dicho) en la pantalla, y, volvemos a subirlo de nuevo cuando la película de turno continúa.¿Con qué derecho los responsables de las emisiones nos suben el volumen exageradamente en cuanto aparece la "cortinilla"? ¿Quién autoriza a los emisores de televisión a realizar este auténtico asalto a nuestra libertad de elegir el mismo volumen para todo el sonido que emane de los altavoces? ¿No podrían hacer algo la OCU o el Defensor del Pueblo? Posdata: Forges, insiste.-
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