El máximo de Maxi
Argentina posee una curiosa tradición en su aporte de notables bailarines de ballet clásico al espectro internacional: a la vez que famosos y reputados en su tierra, son muchas veces ignorados en otros ámbitos. No fue ése el caso de María Ruanova en su momento, ni de Carlota Pereira, y no lo ha sido más recientemente el de Julio Bocca o Maximiliano Guerra.Maxi ha hecho una carrera diferente a la de su contemporáneo Julio. La crítica y la balletomanía frecuentemente les ha intentado enemistar. Sin embargo, ambos artistas han sabido dejar a un lado ese tipo de cosas y mantener sus buenas relaciones personales, que vienen desde la niñez.Guerra es una de las grandes figuras masculinas del ballet mundial. Su capacidad de asimilación del repertorio, la elegancia de su físico de naturaleza noble y, sobre todo, un baile gentil y exacto que dosifica y respeta musicalidad y virtuosismo, le han hecho ganarse merecida fama de hombre serio donde los haya.
Asiduo de escenarios como la Scala de Milán, el Covent Garden de Londres, el Bolshoi de Moscú o su propia casa natal, el teatro Colón de Buenos Aires, Guerra deja una impronta de lirismo que es de agradecer. Su salto es legendario, a pesar de su juventud, y entre sus parejas de baile destáquese a grandes estrellas de varias generaciones, que van desde Maya Plisetskaia a Alessandra Ferri.
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