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La mafia asesinó a los dos franceses de Marbella por una deuda de 500 millones

Una deuda de 20 millones de francos (unos 500 millones de pesetas) provocó el ajuste de cuentas que el pasado sábado acabó con la vida de Jacques René Grangeon, de 45 años, y su esposa, Catherine Isabelle Castagna, de 37, y causó graves heridas a Jean Pierre Bruno, de 50. El clan de los lyoneses culpaba a Grangeon de perder un alijo de hachís, y canceló la deuda con el doble crimen, según las últimas investigaciones.

Tres sicarios visitaron a Grangeon en agosto en su chalé de la calle de Cerro Muriano, de la urbanización Las Lomas de Marbella. Le transmitieron un último aviso: debía saldar la deuda que le atribuían los capos de la mafia de Lyón (Francia). Los recaderos, que se presentaron a cara descubierta, regresaron a Francia con una respuesta de Catherine Isabelle Castagna al capo de la red. "Decidle a quien os ha enviado que la próxima vez le cortaré el cuello", dijo la mujer a los emisarios, según fuentes policiales.El pasado sábado, los tres sicarios regresaron, pero esta vez traían órdenes claras. Tras entrar en la casa por un tejadillo, barrieron a ráfagas de metralleta y tiros de pistola al matrimonio y a Bruno. Casi 50 disparos.

La hija del matrimonio, Rebeca Castagna, de 18 años, salvó su vida porque en ese momento acababa de llevar unos platos a la. cocina y logró esconderse en el dormitorio. Antes de huir, los asesinos remataron al matrimonio Grangeon, pero no se ocuparon de Bruno, que había quedado malherido.

Grangeon, al que hasta ahora se había atribuido la falsa identidad de Jacques Lambert, había sido investigado años atrás por la policía española en relación con el atraco perpetrado él 15 de julio de 1992 en el aeropuerto de Ibiza, en donde una banda se apoderó de 760 millones que iban a ser transportados hasta la Península.

Tras el asesinato de los Grangeon, la policía halló en la vivienda 18 millones en billetes franceses y españoles, así como un revólver Magnum 357 oculto en la tubería de un bidé.

El comisario jefe de Marbella, Adriano Jiménez, se mostró ayer "moderadamente optimista" sobre la resolución del caso, aunque reconoció las dificultades, y no quiso dar detalles sobre la investigación. Fuentes policiales han informado, no obstante, que hay la certidumbre de que los asesinos son pied noir (franceses de origen argelino), alguno de ellos ya identificado.

El doble homicidio está relacionado con las actividades delictivas en las que presuntamente estaba implicado Grangeon, al que la policía vincula a una poderosa organización de tráfico de hachís y cocaína a gran escala.

El director de la policía, Juan Cotino, aseguró ayer en Madrid que dispone de "pistas bastante interesantes" sobre la autoría de este crimen, aunque advirtió que no espera resultados a corto plazo. España y Francia ampliarán a la lucha contra las mafias del narcotráfico la colaboración que ya mantienen en materia antiterrorista. Policías españoles y franceses han creado un grupo de trabajo para investigar el asesinato de en Marbella. El Ministerio del Interior fue escenario ayer tarde de una cumbre, presidida por el ministro, Jaime Mayor Oreja, en la que participaron el secretario de Estado de Seguridad, Ricardo Martí Fluxà; el director de la Policía, Juan Cotino; el delegado del Gobierno en Andalucía, José Torres Hurtado; el gobernador civil de Málaga, Jorge Cabezas Fontanilla, y el jefe superior de Granada, Enrique de Federico.

El crimen del asesor fiscal

Por su parte, el alcalde de Marbella, Jesús Gil, afirmó ayer que el asesinato del asesor fiscal Javier Sánchez Bocanegra, cuyo cadáver apareció en su domicilio de Nueva Andalucía, cercano a Puerto Banús, atado de pies y manos, no tiene nada que ver con la Mafia, sino que hay un móvil sexual, informa Jorge L. Soria. Gil, con su tosquedad habitual, indicó que la víctima recurrió en la mañana del pasado 7 de septiembre a anuncios de "prostitutas, maricones o travestidos". El alcalde incluso hizo un juego de palabras sobre el suceso: "No sé si habrá comido carne o pescado, pero lo que llamó se le atragantó".Las palabras de Gil a la puerta del juzgado local, donde tenía que declarar sobre su negativa a que el Ayuntamiento que gobierna sea auditado por la Cámara de Cuentas andaluza, querían desvincular las últimas muertes violentas en la ciudad con bandas mafiosas. "Es la afición de una persona que a las ocho de la mañana llama para que le presten un servicio; no tiene nada que ver el himenio con la Mafia", agregó.

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