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Los conservadores británicos inician su congreso divididos y con otra deserción

Dividido y con un nuevo desertor acaparando los titulares de la prensa, el Partido Conservador británico inicia hoy el más crítico de sus congresos anuales, en Bournemouth, una ciudad costera del sur de Inglaterra. Las divisiones, obviamente, se refieren a Europa, y Europa es también la razón última que ha provocado la deserción de Lord McAlpine, un veterano tory de 54 años, tesorero y vicepresidente del partido en tiempos de Margaret Thatcher.Robert McAlpine anunció el domingo su apoyo al Partido del Referéndum, liderado por el multimillonario James Goldsmith, y cuyo único programa es la convocatoria de un referéndum para que los británicos puedan pronunciarse sobre el grado de integración en Europa que desean.

A juzgar por la reacción de la dirección tory no puede decirse que la fuga de Lord McAlpine haya sido una completa novedad. "Creía que se había ido hace tiempo", comentó Brian Mawhinney, presidente del partido con cierta ironía. En realidad, Robert McAlpine, un distinguido personaje con casa en Venecia, lleva tiempo mostrándose como un miembro rebelde y crítico en la familia conservadora. El año pasado provocó una agria polémica interna cuando reconoció en una entrevista que los tories saldrían ganando con una temporada en la oposición.

Pese a que en estos momentos McAlpine no era una persona relevante en el partido, su apoyo a Goldsmith y su decisión de presidir el congreso que celebra el Partido del Referéndum dentro de dos semanas, constituyen un pésimo ejemplo para los tories amenazados desde dentro por una legión de euroescépticos.

Un partido unitario

Ayer, Mawhenney evitó pronunciarse sobre la cuestión de si el partido está dispuesto a expulsar a aquellos miembros euroescépticos que se le insubordinen. "Intentamos ser un partido unitario, por encima de todo", dijo el presidente del partido, mostrando por lo menos tanta buena voluntad con los enemigos como el propio McAlpine, que, pese a haber desertado, ayer se declaró a favor de una victoria tory en las próximas elecciones generales, que se celebrarán en la primavera de 1997.La posición del primer ministro, John Major, vuelve a ser delicada como consecuencia de su insignificante mayoría parlamentaria -de un solo diputado- y las malas perspectivas tories con vistas a las elecciones, con un Partido Laborista 27 puntos por delante en las encuestas de opinión. Por si todo esto fuera poco, Major y su equidistante posición sobre la moneda única, la llamada política de "esperar y ver", no ha conseguido convencer a los rebeldes del partido. El sábado, en el conservador diario The Times, el primer ministro defendió esta actitud -frente a los que exigen que se pronuncie en contra de la unión monetaria- como la más beneficiosa para los intereses británicos. Sin embargo, una encuesta Gallup publicada ayer en el diario The Daily Telegraph mostraba un panorama claramente favorable a los euroescépticos.

Un 56% de los británicos encuestados se muestran contrarios a que el Reino Unido se sume a los países que adoptarán la moneda única europea a partir de 1999. Y no sólo eso; el 46% de los preguntados se considera euroescéptico frente al 23% que se define como euroentusiasta.

Otro aspecto ilustrativo de la encuesta es la confusión de los ciudadanos sobre la posición de los dos principales partidos en relación con Europa. Mientras un 33% considera que el Partido Laborista es el más proeuropeo, un 30% considera que el verdadero entusiasta de la UE es el Conservador. Probablemente ambas respuestas tienen razón.

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