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FÚTBOL SEXTA JORNADA DE LIGA

Los fantasmas no faltan a la cita

El Rayo Vallecano cumple en Riazor su tradición de gafe del deportivismo.

Xosé Hermida

Cada vez que llega el Rayo a Riazor se despiertan los viejos fantasmas que anoche acudieron un año más a la cita. Hace ya tres lustros que los vallecanos privaron al Deportivo de un ascenso a Primera anunciado con muchos años de antelación, y aún está más reciente -otro punto perdido ante el mismo funesto adversario muy pocos días antes que Djukic desperdiciase el penalti más célebre de la historia de la Liga. Anoche el Rayo también, fue capaz de apagar el fulgor de los astros blanquiazules y trabajó con fe para seguir cumpliendo con la tradición. Al Deportivo se le cortan bruscamente tres semanas de euforia.Afrontaba el Deportivo una prueba inédita esta temporada: vérselas con un equipo emboscado en el área, dispuesto a defender su suerte hasta la última gota de sudor. Y la fórmula resultó bastante indigesta para los coruñeses. No es que el Deportivo no hiciera los deberes, ni que fuese incapaz de hallar gateras para colarse en la empalizada del Rayo. Durante la primera parte, Rivaldo falló dos remates solo ante Contreras, y Martins y Nando irrumpieron otro par de veces por los dos flancos del área en acciones destinadas a morir acariciando las redes. Pero las dificultades que le planteó el rival terminaron por quebrar la convicción blanquiazul, que acabó la primera parte temiendo seriamente que el Rayo inauguras e el marcador.

Paquito metió cinco hombres atrás y prescindió de las funciones creativas del medio campo. En poder de los vallecanos, la pelota buscó siempre a sus dos delanteros, ambos corpulentos y uno de ellos, Guilherme, con calidad suficiente para navegar en aguas hostiles. En la parte de atrás, el Rayo estuvo atento y ordenado para deshacer los pases al interior del área. En ataque, se encontró con una defensa deportivista en la que faltaba Djukic, lo que es lo mismo que decir que había problemas para Paco y Naybet, desamparados por la ausencia del cerrojo yugoslavo.

A siete minutos para el descanso, Guilherme acabó por acelerar las pulsaciones del respetable con una tremenda vaselina que el guardameta camerunés, en un alarde tigresco, rozó lo justo para lograr que el balón se fuese a la madera y no adentro. De ahí hasta la hora del recreo, todo fueron sustos para los de Toshack, quien tomó medidas en el vestuario para regresar al método tradicional: Donato se fue atrás para arropar como tercer central a los atribulados Paco y Naybet.

Pero ni así halló el galés la tranquilidad añorada. Paco acabó completando una noche de dislates dejándose arrebatar un balón por KIimowicz al borde del área. Aunque el defensa logró finalmente interponerse cuando el delantero argentino encaraba a Songo'O, el árbitro vio cesión ¡legal. En el lanzamiento, Guilherme sacó un primoroso disparo a la escuadra de Songo'O. Los coruñeses anduvieron unos cuantos minutos aturdidos hasta que Manjarín, que había reemplazado a Fran, demostró sus cualidades de ratero. Robó un balón que trataba de sacar la defensa rayista, esprintó y marcó antes de forzar el mano a mano con Contreras.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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