ÁNGEL DE LA... GUARDERíA

Aquella mujer huraña resultó ser un ángel de la guardia, o mejor de la... guardería. Francisca Pérez Martín, una octogenaria recientemente fallecida, tuvo muy presente en su testamento a los niños de Gargantilla, una localidad de Cáceres con poco más de 500 habitantes. Francisca, una maestra sin oposición que nunca llegó a impartir enseñanza, hizo en vida apuesta por la soledad, el aislamiento y la indigencia, a pesar de contar con un generoso patrimonio que se cifra en más de 70 millones de pesetas. Ese patrimonio en fincas, vacas, olivares, establos y otros bienes, lo deja en herencia a la escuela municipal de Gargantilla, para que lo destinen "a la institución cultural de los niños menores de 10 anos que en cada momento se encuentren en dicho centro cursando sus estudios". La mujer mantenía con los vecinos una actitud distante pero cordial. No rehusaba el saludo, pero reclamaba su independencia a voces; quería que olvidaran su forma de vida, que nadie le recordara el matrimonio con la basura que rodeaba su hogar y esa forma miserable que tenía de vestir. Francisca, con su andar cansino, arrastrando los pies, se enfadaba con quienes le reprochaban una pobreza innecesaria, pero ese gesto altivo escondía humildad y volvía con disculpas: "Sólo que déjenme en paz", pedía una y otra vez. Se fue en silencio, con el recuerdo para los niños de Gargantilla. Francisca murió sin una peseta en su cuenta corriente.-