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FÚTBOL CUARTA JORNADA DE LIGA

Otro triunfo sin gloria'

El Real Madrid, hace lo justo ante un Rayo Vallecano que invitó a la goleada

Santiago Segurola

El Madrid continúa sin rebajar la distancia entre las expectativas de su hinchada y el fútbol que practica, un fútbol militarizado, de gran despliegue físico, firme en las obligaciones defensivas, pero con escaso contenido. Por decirlo en el idioma de su entrenador, manca finezza en un equipo lleno de jugadores de talento y finura. Es una contradicción que viene de la propuesta de Capello, tan proclive al atletismo, y que tiene confundido al público. Frente al Rayo Vallecano se produjo otro triunfo sin gloria, un resultado italiano para un partido que el Madrid debió abordar con más grandeza. El Rayo se personó en Chamartín como es, un equipo con grandes limitaciones que invitó a la goleada, pero al Madrid e faltó claridad y estilo para hacer lo que era evidente desde la grada: pasar por encima de su rival y dar una satisfacción a una afición que se muere por celebrar una gran tarde de su equipo.Sobre la justicia de la victoria, no cabe ninguna objección. El Madrid fue superior, tuvo más ocasiones y siempre llevó el partido de la mano. Lo hizo a su manera, con un esfuerzo descomunal en la presión, con todos los jugadores sobreacelerados y con una obsesión malsana por llegar al área con prontitud. Si puede ser con dos toques, mejor que con tres. Y si es con un pelotazo, pues estupendo. Su garantía está en la espléndida relación que mantienen varios jugadores con el gol Desde Roberto Carlos a Mijatovic, pasando por Raúl y Suker, el Madrid tiene una enorme capacidad de juego. Incluso en los momentos planos, cuando el público se pregunta por el trabajoso funcionamiento del equipo, el Madrid desequilibra un partido con una aparición de éste o de aquél. Es lo que ocurrió con el gol de Raúl, justo cuando el juego se encontraba más atascado. Pero Seedorf entró por su posición más natural, por el viejo callejón del ocho, pasó hacia adentro, Suker amagó con inteligencia y allí estaba Raúl, solo en el área, el lugar que le pertenece, porque Raúl es delantero, se ponga como se ponga Fabio Capello. Y claro, gol. Un buen gol además, resuelto con mucha propiedad por Raúl en el mano a mano con Contreras, un portero interesante en esta suerte del juego. O sea, que Raúl hizo de Raúl y salvó el partido. Antes, el Madrid se acomodó a la vieja teoría de intimidar al contrario en los primeros minutos y marcar el paso del partido. Durante 10 minutos sometió al Rayo a un durísimo acoso, a partir de la abnegada presión defensiva del Madrid y de la ingenuidad del equipo vallecano, que estuvo peleado con la pelota durante mucho tiempo. Pero al filo del cuarto de hora, después de un cabezazo de Víctor que sacó José María en la raya, el partido entró en una fase mortecina que sacó a la superficie los principales defectos del Madrid. El primero es su falta de elaboración en el centro del campo. Es un equipo al que se le ve venir, especialmente cuando tiene que trabajar con el balón. Como Raúl y Víctor son delanteros readaptados a centrocampistas, y como Sanchis es un defensa reconvertido de manera muy forzada como medio, el asunto es que hay poco juego en la cocinita. Seedorf, que también tiene la tendencia a jugar por encima de las revoluciones adecuádas, no acaba de encontrar el paso justo.

Por lo demás, la banda derecha sufre por los problemas de Secretario para ajustarse al equipo. Es un futbolista asustado. Todavía no se sabe si está superado por la tremenda exigencia del equipo o por sus limitaciones. Por ahora, hay razones para pensar en los dos factores.

La cosa se vuelve más extravagante cuando Capello mete a Lasa por Suker, que es lo que hizo en la segunda parte, ante el asombro y la irritación del público. Todo por no cambiar el famoso dibujo -no existe el mediapunta en el Madrid- o por no dar una oportunidad a Guti en el puesto de interior izquierda. El paisaje termina por ordenarse de esta manera: el centro del campo madridista está integrado por la mitad de la defensa de las dos últimas temporadas. Es decir, Sanchis y Lasa.

Como el equipo está empujado a realizar demasiadas cosas contra natura -jugadores que no están en su sitio, la infrautilización del medio campo, el fútbol sin pausa y, por tanto, el desaprovechamiento de Mijatovic y Suker-, el Madrid se encuentra con más dificultades de las normales para resolver partidos como éste frente al Rayo Vallecano. No le faltaron oportunidades al Madrid y nadie dudó de su victoria.

El Rayo sólo lanzó dos remates contra illgner y apenas dijo nada durante toda la tarde. Sólo pareció que hubo partido cuando el Madrid perdió frescura y la necesidad obligó al Rayo a salir un poco .En realidad, ahí es donde se sintió más satisfecho el Madrid. Con el contragolpe, con la recuperación de la pelota desde el orden defensivo y con la velocidad de Mijatovic y Raúl. Pero al final, el mejor del partido fue el único que no se desbocó, el jugador que impuso la serenidad, la clase y la intuición. Hierro, por supuesto.

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