Empate copero entre el Athletic y el Espanyol

EDUARDO RODRIGÁLVAREZ

Luis Fernández quería un partido de Copa frente al Espanyol. El técnico francés fue debidamente cumplimentado. El encuentro casi se resolvió a penaltis. Una contradicción argumental en un partido construido a base de ocasiones malgastadas, trepidante, emocionante y áspero entre dos equipos que apuntan pero no disparan, que cosen bien pero no hilan fino.

Las matemáticas desautorizan la trama argumental. A saber: el Espanyol accede al encuentro precavido, luego atemorizado por una salida briosa del Athletic y se apresura a arropar a su guardameta. Entonces pierde metros y sin embargo en cuatro ocasiones encara a Valencia con ventaja y dilapida su crédito.

El Athletic tenía el balón, el ritmo y el corazón del partido, mientras el Espanyol se enfrentaba al mismo tiempo con su miedo y su ineficiencia rematadora. En plena discusión, el Athletic se cobró un penalti ingenuo de Pochettino a Bolo. La ocasión de Larrazábal no era mejor que las cinco anteriores, pero el defensor sí logró engañar a Toni.

El partido se enfilaba ya descaradamente al espíritu copero. En él trasiego el Espanyol había perdido a Benitez y Ouédec lesionados, y el Athletic a Goicoetxea, la disputa se convertía en una cuestión de fe por las urgencias del Espanyol y la falta de madurez del Athletic. El colmo del infortunio blanquiazul coincidió con el reinicio del encuentro. Salió dispuesto a acogotar al Athletic y sin embargo se encontró con un segundo gol en contra al minuto de la reanudación.

Pero el espíritu de la Copa estaba instalado en San Mamés. El Espanyol mantuvo la fe, adelantó líneas, apeló a Francisco y el partido se convirtió en un toma y daca apasionante, en el que los delanteros podían con los defensores en una continua sucesión de riesgos. El Espanyol se encontró con Luis, un cuchillo en el área que obtuvo su botín en un penalti inapelable de Larrainzar. La remontada españolista culminó con una salida de opereta del guardameta Valencia, que propició el empate de Pochettino.