Votos de division
LA VICTORIA de los candidatos más radicales de cada grupo étnico en las elecciones en Bosnia viene a solidificar las divisiones en ves de cicatrizar los odios entre comunidades surgidos en 42 meses de guerra y limpiezas étnicas. Los peores temores que había despertado la convocatoria de estas elecciones parecen, así, confirmados por los primeros resultados.Los fraudes, principalmente en materia de confección de listas de votantes, han sido numerosos. El gran objetivo de que los desplazados y refugiados regresaran a votar a sus lugares de origen ha quedado frustrado. El miedo, o la imposibilidad de desplazarse, ha hecho que tan sólo 13.500 musulmanes y 2.000 serbios entraran en territorio del enemigo para depositar sus papeletas. Los cerca de 60.000 soldados de la fuerza internacional (Ifor) dirigida por la OTAN no habrán servido para crear, siquiera durante dos únicas jornadas electorales, un clima de confianza en Bosnia.
Estas elecciones no constituyen un punto de llega da, sino, en el mejor de los casos, una etapa más en el camino trazado por el plan de paz de Dayton. Que se hayan celebrado en un ambiente de calma y de falta de combates es ya un avance importante que resultaba difícil de prever hace poco más de un año. Además de reforzar la pátina internacional de Clinton en plena campaña electoral, las elecciones habrán servido al menos para crear interlocutores válidos con los que negociar la puesta en pie de una nueva Bosnia. Es cierto que estos comicios se han celebrado bajo condiciones que están muy lejos de los estándares democráticos, pero, con todo y con eso, los representantes surgidos de las urnas tienen hoy una legitimidad de la que no gozaban hasta hace unos días.
La constitución de administraciones plurales a diversos niveles constituirá una primera prueba, a comenzar por la presidencia colectiva del Estado, que debe encabezar en un primer periodo el candidato más votado entre las tres comunidades. El actual presidente bosnio, Alia Izetbegovic, líder de la comunidad musulmana, se perfila como vencedor, pero parece sumamente difícil que pueda alcanzar una coexistencia mínima con el dirigente serbio más votado, Moincilo Krajisnik, uno de los artífices de la división de Bosnia.
Para consolidarse y fructificar, el proceso de paz requerirá de nuevos impulsos, internos y también de la Unión Europea y Estados Unidos. La Administración de Clinton, a través del reaparecido Richard Holbrooke, está propiciando un próximo encuentro entre Izetbegovic y el presidente serbio, Slobodan Milosevic. Y más allá se plantea inevitablemente un Dayton II. Las fuerzas internacionales, aunque con efectivos reducidos, tendrán que permanecer en el país bastante más tiempo del previsto -su compromiso acaba a fin de año-, no sólo para asegurar la celebración de las aplazadas elecciones municipales, sino para garantizar una mínima coexistencia entre las partes. Las elecciones han puesto de manifiesto que Bosnia está lejos aún de la normalización. Cabe preguntarse si, en realidad, no se ha convertido en una quimera la idea de un Estado multiétnico en Bosnia. Más aún cuando la federación croato-musulmana no parece asentada sobre sólidas bases.
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