_
_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El exterminio del peatón

Bajo este título, el Club de Debates Urbanos organizó un coloquio en el Círculo de Bellas Artes en el que señalaron algunos aspectos bastante inquietantes para aquellos que todavía creemos en la ciudad. En Estados Unidos la extinción del peatón es ya una realidad. En Europa estamos percibiendo su exterminio paulatino. El coche -invento prodigioso o máquina infernal de nuestro siglo- se está volviendo contra el hombre.La ciudad tradicional europea -centro histórico y ensanches- se caracteriza por una alta densidad de población, casas de pisos, calles de fachadas continuas y un uso plurifuncional del espacio (viviendas, oficinas, comercio, bares, restaurantes, cines, ... ).

La metrópoli que estamos viendo crecer cada día se caracteriza por una serie de núcleos unifuncionales-áreas residenciales, de oficinas, de ocio, industriales- con unas vías de comunicación entre las distintas zonas. Supone un enorme despilfarro de espacio y energía. Implica el cambio de calle-espacio a calle-tiempo La calle deja de ser un lugar para ir a pie y pasa a ser una vía rápida para trasladarse motorizado. El peatón queda recluido en unas reservas, fuera de las cuales el territorio es inhóspito porque está fuera de su escala: la escala humana.

Es en los centros históricos -el hábitat propio del peatón- donde la pugna entre la especie amenazada y sus depredadores tiene mayor virulencia. Hasta ahora el planteamiento de nuestros ediles ha sido maximizar la movilidad del tráfico rodado, y así hemos visto estrecharse las aceras, cubrirse con asfalto un magnífico adoquinado de granito, desaparecer el arbolado viario, convertirse las plazas en aparcamientos... con la consiguiente degradación de nuestro entorno cotidiano.

En nuestro centro histórico, el viandante suele disponer de aceras que no alcanzan el metro de ancho y que, además, están abarrotadas de obstáculos: señales, papeleras, contenedores, farolas de autopista, chirimbolos, motos y coches mal aparcados. La solución de instalar bolardos ha supuesto una merma de 30 centímetros de las ya estrechas aceras.

¿Por qué ese reparto desigual del espacio público disponible, cuando sólo el 37%,de la población tiene carnet de conducir? Hay que favorecer la habitabilidad de los espacios libres del centro histórico. Los ancianos -población mayoritaria en la zona- y los niños tienen derecho a salir de casa, andar a su ritmo y sentarse en los bancos de una plazuela a tomar el aire y el sol que muchas veces falta en sus viviendas del casco antiguo. Hay que devolver él espacio público de la ciudad -sus calles y plazuelas- a la gente. Nadie habla de la congestión en las aceras, pero por la esquina de la calle Mayor con la Puerta del Sol pasan cada día 75.000 personas. Hay que invertir más en metro y menos en aparcamientos. Hay que olvidarse de los grandes proyectos en favor de los coches -plaza de Oriente- y centrarse en el microdiseño -un ascensor para el viaducto, por ejemplo-. Las calles del centro histórico deberían ser de uso mixto -coches y peatones-, con pavimento adoquinado de granito y bolardos a un metro de las fachadas. para garantizar la libre entrada y salida de viviendas y locales comerciales. El aparcamiento -y tal vez la circulación- debería ser sólo para residentes, transporte público, carga y descarga. Los vehículos de transporte público y de mercancías deberían tener unas dimensiones mas, pequeñas, acordes con el ancho de las calles. Hubo una medida imponiendo esa exigencia a los camiones de reparto en la zona centro que fracasó por repentina, al no haber previsto un plazo lógico de adaptación de cinco o siete años. El Ayuntamiento debería volver a implantarla y predicar con el ejemplo poniendo microbuses en -toda la zona centro. En Oviedo, Barcelona, La Coruña, San Sebastián y Granada ya se han tomado iniciativas en este sentido, apreciándose una sensible mejoría de la calidad de vida en el centro de la ciudad.

Madrid sólo admite la circulación fluida de 300.000 coches y hay censados 1.700.000. Si nuestros ediles siguen dando facilidades a los coches, haciendo cada vez más desagradable -cuando no imposible- el traslado a pie o en transporte público, pronto alcanzaremos el colapso como en la secuencia final de Trafic, aquella premonitoria película de Jacques Tati. Afortunadamente, los ciudadanos estamos reaccionando: el Club de Debates Urbanos junto a otras asociaciones como A Pie o En Bici son una muestra de ello.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

¡Hay que salvar la ciudad tradicional, la ciudad de la gente! No hay que olvidar el significado de las palabras. Ciudad y civilización derivan de civitas (conjunto de ciudadanos), una de las creaciones más genuinas de la cultura europea-

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_