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LA INVASIÓN EXTRANJERA LLEGA A LAS PORTERÍAS

Crisis bajo palos

La presencia de ocho porteros extranjeros en Primera pone en entredicho a la cantera española, un vivero tradicional de buenos guardametas. Hacía 66 años que el Barcelona no tenía un meta foráneo y 34 que no lo tenía el Real Madrid. Desde 1962 ningún arquero extranjero ha conquistado el título de Liga. Nunca el Trofeo Zamora fue para un cancerbero foráneo

Comenzaban los años ochenta y José María Maguregui, entonces entrenador del Espanyol, se apuntó a la moda de los porteros extranjeros que desde la apertura de fronteras en 1973 poblaban la Liga española. A Magu le hablaron de un belga llamado Teo Custers, un tipo grandote, con un mostacho de bucanero descomunal. El técnico vasco se desplazó a Bélgica en compañía de un intermediario llamado Fernando Goywaters -ex jugador del Madrid y el Barça- y se quedó boquiabierto con los reflejos de Custers. Durante la prueba, como si fuera un visionario, el meta adivinó uno tras otro todos los disparos, mientras Goywaters no paraba de gritar droite (derecha), gauche (izquierda), droite, gauche, droite, gauche... Maguregui, que no sabía francés, llegó a España y espetó: "Es mejor que Arconada". Custers fue despedido en un año.Desde aquel tropezón lingüístico, pasada la fiebre inicial provocada por los fichajes extranjeros, la portería ha sido cosa de españoles. Hasta el punto de que ningún equipo ha ganado el título de Liga con un guardameta extranjero. Y el historial del Zamora (1958) no enseña un solo nombre foráneo. El fútbol español ha presumido incluso de su capacidad para fabricar guardarmetas de lujo, con la cantera vasca como máxima expresión (Carmelo, Iríbar, Esnaola, Artola, Urruti, Arconada, Zubizarreta). Pero de la presunción de antaño se ha pasado al pesimismo generalizado. De nuevo coincidiendo con una apertura de fronteras (ley Bosman), la portería española se ha convertido en una torre de Babel. Este año han aterrizado siete extranjeros: un portugués en el Barça (Vitor Baía), un alemán en el Madrid (Illgner), un sueco en el Tenerife (Andersson), un camerunés (Songo'O) y un checo (Kouba) en el Deportivo y dos franceses en el Hércules y Celta, respectivamente (Huard y Dutruel). Ojeda (Tenerife) ya estaba.Baía es el más reputado. Pero el Barca estuvo a punto de ahorrarse los 900 millones de su fichaje para contratar a Andreas Köpke, un alemán también distinguido en su país: ha descendido con cuatro equipos. Desde Platko -1928-1929 y 1929-1930- el Barça no tenía un extranjero en su portería.

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Un caso parecido al del Madrid, que desde los tiempos del argentino Domínguez (de 1957 a 1962) no había llegado con un campeonato bajo el brazo (Italia 90). Pero el dato de su currículo que más ha gustado a Fabio Capello son sus 190 centímetros. ¿Para el juego aéreo,? No parece, puesto que los que han seguido la carerra de Illgner -su compatriota Uli Stielike, por ejemplo- afirman que no abandona nunca la raya.

¿Y por qué no se ha recurrido a la cantera vasca, antaño tan fructífera? Porque ya no funciona. En Bilbao, desde Iríbar, sólo ha brotado Zubizarreta. Entre medias se han quedado Zaldúa, Marro, Aguirreoa, Cedrún, Meléndez... En San Sebastián, de Esnaola a Arconada, sólo Artola y Urruti sé asentaron en Primera. Cendoya, Biurrún, Yubero... Se ha dado un estancamiento generalizado.

Carlos Aguiar, ayudante de Antic en el Atlético de Madrid y uno de los pioneros como entrenador de porteros, cree que la crisis que vive el fútbol vasco se debe a la modernización del puesto", que valora aspectos antes ignorados como "el juego con el pie, las salidas y las situaciones fuera del área". "Esto rompe con el viejo portero vasco", dice, "que se limitaba a vivir el partido debajo de la portería y se caracterizaba por los reflejos y la valentía". Para Aguiar, la contratación de guardametas extranjeros se trata de "una moda que pasará muy pronto". "Con la sentencia Bosman", explica, "se ha roto el tópico erróneo que decía que no se po día malgastar una plaza foránea con un portero. Se ha fichado porteros de fuera, pero los que han hace". Y estima que la figura del buen portero se está extinguiendo debido a que la mercadotecnia ha aupado a los goleadores a las portadas de la prensa. Castel recuerda que el último gran portero español con carisma fue Arconada: "En su época los críos pedían una camiseta para vestir como él. Era todo un espectáculo verlo. Ahora no se encuentran en el fútbol base chavales que quieran ser guardametas. Todos desean emular a sus ídolos, que son los delanteros. Nadie quiere ser portero".

Por circunstancias diferentes a los gustos infantiles a los que se refiere Castel más de un portero profesional ha tenido que hacer las veces de un jugador de campo. Ya le pasó al chileno Óscar Wirth, que llegó a jugar como defensa del Valladolid en un partido en Sevilla. Y al rojiblanco Molina, que se lució este mismo año como interior izquierdo en un amistoso con la selección española. Por ahora, se ha tratado de extravagancias más que otra cosa.

No en vano, el portero siempre ha tenido un toque extravagante. Acentuado en muchos extranjeros que visitaron la Liga española. Desde el portugués Damas -detenido junto a su compatriota Quinito cuando intentaba sacar dinero a Portugal (salvó 200.000 pesetas escondidas en una bota)- hasta Islas, aquel argentino que defendió al Logroñés... y a sí mismo. En una ocasión, durante un Zaragoza-Logroñés, los riojanos encajaron un gol a falta de tres minutos. Se lanzaron como posesos a por el empate, pero tras un contraataque maño, el argentino retuvo el balón con toda la parsimonia del mundo, ante la desesperación de sus compañeros. Islas, con el balón entre los brazos, pidió con insistencia al árbitro que pitara el final. Camino de la caseta, ante el enfado generalizado de sus compañeros, el argentino esgrimió: "No pretenderíais que me metieran otro, ¿verdad?". El Logroñés perdió 1-0.

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