El Espanyol despega a poca altura
El despegue dejó al Espanyol con los motores chirriando y el aparato zarandeándose para tomar altura. Quedó en esa situación indefinida proclive a la apertura del debate en la grada. "Lo que importaba era que se ganaran los tres primeros puntos de la temporada", sentencian los más animosos en Sarrià. "Así no vamos a ninguna parte", profetizan los más exigentes en un análisis que seguramente se aplicaron en su autocrítica los expedicionarios del Valladolid. El partido se jugó desde las trincheras. Apenas hubo comando que se arriesgara a alguna que otra incursión en las líneas contrarias. Ouédec y Peternac quedaron como enclaves atrapados en posiciones enemigas. Si el Espanyol sacó el partido adelante fue gracias a la chispa de Benítez y al talento de Ouédec. El paraguayo deslumbró en la primera media hora y el francés sacó petróleo de la nada.El Valladolid renunció a llevar el peso del partido. Situó a cinco hombres atrás y quedó en inferioridad numérica en el centro del campo con Quevedo, Gutiérrez y Fernando. Víctor debía ser el hombre encargado de enlazar con Petemac. Pero la candidez de Víctor frustró parte de la estrategia urdida por Cantatore.
El Espanyol, más por inercia que por una decidida voluntad de acorralar al Valladolid, ya dio un primer aviso cuando Benítez escapó a la vigilancia de César Santos, el defensa brasileño de sólo 17 años, y se plantó ante el portero pucelano. El desvío de éste, en una acción muy rápida, no pudo ser empujado a la red por Ouédec cuando la puerta había quedado totalmente vacía. Pero el francés es un tipo inconformista y capaz de lucir su talento en jugadas rutinarias. Así que, cuando intuyó que la cesión de Peña a César salía defectuosa, acosó hasta la extenuación al portero del Valladolid que acabó recogiendo el balón y, por lo tanto, cometiendo falta. De allí nació el gol.
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