Aragonés prosigue el pulso con Roig al excluir de nuevo a Romario de la lista de convocados

Romario no está en plenas condiciones físicas, pero va mejorando, según explicó ayer el técnico del Valencia, Luis Aragonés, que excluyó de nuevo al brasileño de la convocatoria para el partido de esta noche en Zaragoza. Al conocer la noticia, Romario, cabizbajo, le dijo al técnico: "¿Cuánta gente va a hablar mal de mí?". A lo que Luis le respondió: "Usted sabe que no". En la conversación, captada por la televisión, Luis trataba de calmar al jugador ante las críticas que se le avecinaban al haber sido excluido de nuevo. El presidente Roig, de momento, espera resultados.

Con una mano Aragonés ejerce de entrenador de hierro con sus jugadores. Con la otra, los protege con cierto cariño. En esa actitud que tan buen resultado le ha dado durante años, Luis trata de domesticar a Romario, de ganarse la confianza de la estrella dotada de tal talento que casi siempre hizo lo que quiso. Pero ahora, como el propio jugador reconoce, le ha tocado perder. Con 30 años y un estilo de juego que levantó la admiración mundial, Romario se siente como si empezara. Como si su forma de jugar no sirviera.Le exigen más velocidad más presión y más entrega , mientras él asegura que nunca se esforzó tanto. Debe ser muy duro para él, idolatrado en su país tras el Mundial de Estados Unidos en 1994, que le digan que va mejorando. Pero a Luis el historial le sirve de poco. "Mi única preocupación es mi conciencia. Quiero ser justo, quiero justicia para todo el mundo, como la quiero para conmigo. No quiero hacer mal a nadie, aunque me equivoque bastantes veces", proclamó el técnico.

Y su justicia le dice que los hombres que tumbaron el pasado martes al vigente campeón de la UEFA, el Bayern de Múnich (3-0), merecían repetir en la convocatoria. Son los mejor preparados en estos momentos según el técnico, para quien sería más irrespetuoso con Romario dejarlo en el banquillo que en la grada.

Al término del entrenamiento de ayer, en la ciudad deportiva de Paterna, el preparador se dirigió a Romario y se produjo la siguiente conversación captada por las cámaras de televisión:

-Perdona, ¿tú crees que a mí no me lo han dado? Pues a mí ya me lo han dado, dijo Luis y añadió: Mire, mire, míreme a esa carita, míreme a los ojos. Yo se lo arreglo.-¿Cuánta gente va a hablar mal de mí?, se preguntó Romario.

-Usted sabe que no, respondió el técnico.

-Yo sé que sí, prosiguió el jugador.

-Yo le digo a usted ahora.... replicó Aragonés y se interrumpió el diálogo ante la proximidad de los periodistas.

El entrenador trataba de echarle un capote al futbolista ante la avalancha de críticas que le venían encima por haber sido excluido por segunda vez consecutiva de la convocatoria. En este sentido, en la conferencia de prensa posterior, el técnico señaló: "Estoy seguro que Romario acabará triunfando en el Valencia". Preguntado si creía que Romario acabaría marchándose a Brasil si seguía sin jugar, Aragonés respondió: "Creo que no. Es un profesional y creo que tiene posibilidades en este equipo, cuando esté mejor".

El problema es saber cuándo estará mejor e incluso cabe preguntarse si puede llegar a estar mejor. Él, en principio, lo duda, al declarar que, con 30 anos, está entrenándose más fuerte que nunca. Sin mucho éxito por el momento.

De este modo el entrenador se mantiene firme y logra esquivar las presiones del presidente Roig para que convocara a Romario ante el Zaragoza. El conflicto sigue abierto y la solución en el aire. Si el equipo vence esta noche en la Romareda, ante el Zaragoza, el técnico volverá a ganar el pulso y la teoría de que Romario no tiene cabida en este equipo acabará por expandirse definitivamente, con la necesidad de buscarle una salida al jugador mejor pagado de la historia del Valencia (500 millones de pesetas anuales).

Si por el contrario el Valencia sale derrotado de Zaragoza, el presidente volverá a afilar los cuchillos en esta guerra abierta con el entrenador y desempolvará la lista de posibles sustitutos del técnico madrileño. Otra cosa es que el equipo funcione y Romario, en un achaque de humildad y amor propio, acabe convenciendo al técnico de su valía.