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Vibrante regreso del Atlético a la Copa de Europa

El equipo rojiblanco barrió al Steaua, con Esnáider como figura

Santiago Segurola

Al abordaje, con un fútbol condundente y lleno de vitalidad, el Atlético barrió al Steaua y reingresó espectacularmente en la Copa de Europa. Todo el partido fue un ataque sin desmayo que produjo cuatro goles, tres remates a los palos y numerosas ocasiones ante el atribulado Portero rumano. La hinchada celebró con el mismo entusiasmo el juego y la victoria del Atlético. La noche resultó feliz para el equipo, para su gente y especialmente Esnáider, un jugador que ha redimido en tres partidos su decpecionante paso por el Madrid. En un encuentro fogoso, sin concesiones al adversario, Esnáider marcó los dos primeros goles y representó mejor que nadie el estilo de su equipo.El Atlético entró a saco en el partido, con su característica determinación. Todo rápido, todo fuerte, el fútbol vehemente que le conviene al Atlético, un equipo que predica el juego de rompe y rasga. Se siente cómodo cuando pisa a fondo, cuando sus rivales acaban desarmados de tanto achicar agua. La tromba del Atlético fue de tal calibre que el Steaua levantó rápidamente la bandera blanca. No podía resistir la tensión del partido, el ritmo galopante del Atlético, la sucesión de oportunidades en su área. Se sentía inerme ante el empuje del equipo rojiblanco, que atacó a los rumanos con desesperación. Era la vertiente más conseguida del Atlético: un equipo en trance, activo y veloz, profundo, lleno de convicción en su juego. El Steaua se sintió intimidado. Se aflojó, sin ganas de oponer resistencia al Atlético. No tuvo espíritu para aguantar el chaparrón ni recursos para ofrecer una alternativa en el juego.

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Ocasiones sin respiro

La primera embestida del Atlético fue suficiente para descacharrar al Steaua, que aceptó sin rechistar las condiciones del partido. Esnáider avisó de sus intenciones con un remate de cabeza contra el larguero. En el clima de ebullición que vivía el Atlético,, nadie era más feliz que Esnáider, un jugador temperamental que se alimenta de adrenalina. Su adaptación al estilo del Atlético ha sido inmediata se siente en su hábitat en medio del fútbol de su equipo, un juego febril que naturalmente acaba por expresarse en Esnáider. Su aportación fue masiva: dos goles, un lanzamiento al larguero y varias apariciones intempestivas frente al portero Gherasim, que pasó una noche muy dura.

Lo más notable del Atlético es que su estilo incendiario, representado especialmente por Simeone y Esnáider, no se vuelve descabellado. Es un equipo que hace muy bien tres o cuatro cosas básicas. Presiona con criterio y dedicación. Lo hace desde una especie de teoría del dominó. El primero que se adelanta es Molina y desde ahí comienza a adelantarse todas las fichas. La defensa se acerca hasta el medio campo y empuja a los centrocampistas, próximos siempre a los delanteros. El método funciona: el Atlético recupera la pelota instantáneamente, sofoca a sus adversarios y los mete en el área. La mayoría de las ocasiones del Atlético en el primer tiempo se produjeron por esta vía: recuperación de la pelota y llegada repentina a la portería del equipo rumano. A una intercepción de Bejbl siguió un remate de Gel¡ que sacó Gherasim como pudo. Otra de Simeone estuvo a punto de ser concretada por Esnáider.

Otra cualidad del Atlético está en las características de Kiko y Pantic, capaces de mantenerse serenos en medio del juego trepidante de su equipo. Desde la frialdad, la intuición y la clase, Kiko encuentra los caminos cerca del área. Como todos los jugadores de gran talento, Kiko ofrece alternativas inesperadas en el territorio más difícil. Volvió a hacerlo ayer, con varias acciones espléndidas, jugadas llenas de sutileza que finalmente Esnáider transformaba en un estallido. Dos jugadores absolutamente diferentes y cada vez más complementarios, por lo que parece.

Como el partido discurrió a todo gas y siempre estuvo en la corriente que quiso el Atlético, lo normal es que los goles se ajustaran al perfil del equipo. El primero fue una entrada a sangre y fuego de Simeone en el área que culminó Esnáider. El segundo se produjo de una forma sencilla: apertura a Pantic, centro perfecto y cabezazo de Esnáider. El tercero vino en el córner de rigor. Lo tiró Pantic y lo cabeceó Simeone, otro que se crece en los partidos desbocados. Y el cuarto fue más o menos igual, el centro desde la izquierda y la llegada furiosa de Simeone. Cuatro goles con una firma muy determinada, con el estilo de un equipo que reingresó a lo grande en la Copa de Europa. La gente se dio un baño de felicidad, de la misma manera fervorosa que el juego de su equipo, una reacción de contagio que comenzó en el césped, donde el Atlético decidió conquistar el partido por la vía directa. Lo hizo de una manera apasionada, sin permitir discusiones con el Steaua, que admitió su condición de víctima y salió goleado del duelo.

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