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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El tren de Clinton

BILL CLINTON cuenta con buenas cartas para convertirse en noviembre en el primer demócrata en 60 años que gane un segundo mandato a la presidencia del país mas poderoso del mundo. Así lo ha demostrado en la convención de su partido que en Chicago le ha nombrado candidato. En buena parte, el presidente demócrata se ha hecho republicano. Ha ocupado el centro político y está decidido a no ceder este terreno. No puede sorprender que, con este planteamiento, Clinton ofrezca también reducciones de impuestos a la clase media, no tan drásticas como las de su adversario republicano, Robert Dole, y en algunos casos importantes, como en la venta de casas, o imaginativas, como las desgravaciones por los gastos en educación. La buena marcha de la economía también juega a su favor.En su discurso de aceptación de la candidatura por el Partido Demócrata en Chicago, Clinton ha perfilado su mensaje centrista: menos impuestos, seguridad callejera, la familia, la mujer, la educación, la lucha contra el tabaco, y poco más. Desde luego, poca política exterior, que es lo que más nos interesa a los demás. Clinton cuenta con un programa genérico -plataforma- de su partido que, aunque poco novedoso, sí comparte y que ha sido inspirado desde la Casa Blanca. Por el contrario, Robert Dole aseguró no haber leído el de los republicanos antes de su convención, y desde entonces ha criticado varios de sus aspectos. Ello no es obstáculo para que, como indican las encuestas, Clinton sea bastante más popular que su partido, que, sabiéndolo, ha formado en Chicago una pina en tomo a su candidato a la Casa Blanca. Además, la presencia de un tercero, Ross Perot, en la liza presidencial puede favorecerle, aunque posiblemente no tanto como en 1992.Clinton se ha presentado en Chicago como "puente hacia el siglo XXI", y, si triunfa en noviembre, tendrá grandes posibilidades de tomar el relevo su compañero de ticket y actual vicepresidente, Albert Gore, estrella que también ha brillado en Chicago, si bien le falta aún algo de ese calor humano que transmite este Clinton que tan bien sabe jugar con las emociones de sus seguidores.Como puesta en escena, la convención demócrata de Chicago ha sido todo un éxito, desde el tren que llevó a Clinton desde Washington y le permitió contactar con las gentes a la coincidencia en el desacuerdo con Jesse Jackson, pasando por el apoyo de Christopher Reeve, Superman. Y sobre todo, la finura política con la que se ha utilizado en positivo la impopularidad de Hillary Clinton.Todo ello demuestra un gran arte político que intenta no dejar nada al azar. Salvo, en este caso, el, artista, que ha demostrado ser un eslabón débil de la cadena. Dick Morris, el principal gurú de la campaña de Clinton, ha tenido que retirarse al haberse desvelado que había mantenido relaciones con una prostituta ante la que se jactaba de sus relaciones con Clinton y a la que reveló alguna primicia. Y es que los escándalos persiguen a Clinton. Muchos tiene acumulados en torno suyo. Aunque no parece que hagan mella sobre su electorado, son comodines en manos de sus adversarios que pueden transformar la marcha triunfal que auguran a Clinton las encuestas para los próximos dos meses en una pendiente llena de manchas de aceite. Clinton ha pedido en Chicago una "campaña de ideas y no de insultos". Pero dada la falta de ideas, de todos, cabe anticipar que habrá insultos.

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