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CICLISMO

La vida es injusta, Tony Rominger

El ciclista suizo afrontará su última temporada en el Mapei, lejos de su 'clan español'

Carlos Arribas

El ciclismo es un deporte de gente dura y duro para la gente. No hay vejez bien llevada; apenas hay finales felices. Cuando alguien deja de rendir, es el fin. Después, el olvido. Una lógica pura y dura en la que no hay sitio para las ilusiones personales, los sueños rosas. Fin, se acabó, a otra cosa Tony Rominger.La decadencia es dura. Rominger, el suizo que se enamoró tanto de sus amigos españoles que también quiso ser español, se pasó medio agosto esperando una llamada que nunca llegó. Él era el jefe del clan, el inspirador del movimiento, y también fue el primero en quedar descabalga do. No entraba en el proyecto de nuevo equipo que los españoles del Mapei construían en torno a Olano. Su tarifa, poco más de 100 millones al año, no cuadraba con el presupuesto. Además, él, era un viejo casi acabado; ese sueldo sólo se podía pagar a alguien que pudiera prometer algo importante. El pasado, los años de gloria -las tres Vueltas, el récord de la hora, el Giro-, todo lo que dio, la vida y el futuro de unos cuantos, estaba olvidado. Estás acabado, Tony Romínger.

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Pero Tony Rominger no está acabado. Es simplemente un ciclista que sabe que esto se acaba y que ha visto casi todos sus idealistas planes irse al garete. Mientras cena en Madrid -una ensalada variada, un filete sangrante, un doble de cerveza, una porción de tarta de chocolate, nada de café-, la víspera de madrugar para correr en Zúrich, el ciclista suizo, que en febrero cumplirá 36 años, no parece resentido, ni siquiera frustrado. Tampoco es que se le vea ilusionado por el futuro. Simplemente es el Tony Rominger pragmático, el hombre de siempre, el que ya ha apartado de su mente las ideas bonitas y se lamenta sólo en pasado de que no hayan sido posibles. A otra cosa, Tony Rominger.

"Seguiré un año más en el Mapei", dice el suizo. "Correré pocas carreras, más que nada para despedirme, y ayudaré a Tonkov en el Giro". El papel que tenía pensado ejercer con su amigo Abraham Olano lo interpretará con un ruso recién fichado. El paisaje del Mapei cambirá sin españoles. "Me da lástima, pero es así, tengo que pensar en el futuro. Cuando el Mapei engulló al Clas en 1994, el patrón Squinzi me prometió un trabajo de por vida en la empresa. Me agarraré a eso. No quiero ser director deportivo, un oficio todavía más duro que el de ciclista. No pisaría apenas por casa y estaría todos los días con problemas y tensiones. Quiero tener algo diferente cuando cuelgue la bicicleta".

Cuando cuelgue la bicicleta, Rominger, residente en Montecarlo, casado con Brigitte y padre de Rachel Y Robin, quiere conocer más mundo. "Madrid, por ejemplo. Sólo conozco de esta ciudad la Castellana, y eso por dar vueltas en la Vuelta. Una vez salí de paseo por el centro y me quedé asombrado. Es una ciudad con mucha historia. 'Y con mucha vida. Hasta en Mónaco a las diez de la noche está todo cerrado, no puedes ir ni a un restaurante. Cuando sea uno más quiero pasear por el centro de Madrid, ver los museos y todo eso".

Cuando llegó a España, en 1991, él, un ciclista con fama de mercenario -un profesional muy eficiente que cobraba por lo que hacía- se esperaba una estación más en una vida errante, que antes le había llevado por equipos italianos y franceses. Una parada incluso peor. "Pero me llevé una sorpresa. Aquí encontré un buen ciclismo, victorías de prestigio y, sobre todo, muy buena gente tanto dentro del equipo como en la calle, los aficionados que enseguida me consideraron uno suyo". No fue sólo con los ciclistas veteranos -los Etxabe, Arsenio, Unzaga, Mauleón-, a los que su presencia dio una nueva ilusión, o con los jóvenes -Abraham Olano-, a quienes ahijó, fue también con los auxiliares -Torrontegui, Torralbo...- con los que Rominger, creó el famoso clan español del Mapei. Toda la gente en la que, ahora piensa. En Olano. La decisión del guipuzcoano sobre su futuro preocupa a Rominger. "Ya tiene edad y capacidad para, ser líder de un equipo, pero quizás le convendría ir a un conjunto en que otro también tuviera, responsabilidad, que no cayera sobre él todo el peso. No sé lo que hará, ni siquiera le he llamado para darle consejos, porque éste es un asunto privado, pero debería pensar a la gente que puede dejar en el paro. Y eso es muy duro. España tiene mucha tasa de paro, no debería él contribuir a aumentarla".Tony Rominger es un ciudadano sin ciudad ni pueblo. Se pone a hablar de los Juegos Olímpicos y a despotricar. "El ciclismo profesional no pinta nada allí. Es que ni siquiera lo dieron por televisión en directo. Exagerando un poco, en los Juegos sólo tendría que haber atletismo". Rominger es muy amigo de atletas de gran nivel. A menudo deja una de sus casas de Mónaco al vallista canadiense-austríaco Mark McKoy. El año pasado estuvo de vacaciones con Torrontegui y Torralbo, y sus respectivas familias, en Tampa (Florida) en la casa de otro vallista, Colin Jackson. "Se asustan cuando les digo cuánto me entreno. Ellos no necesitan coger resistencia. Hacen pesas en invierno y luego series cortas en la pista". Rominger, sin embargo, admira sobre todos a los maratonianos. "Es el deporte más duro. Se machacan todo el cuerpo. No pueden correr más que dos maratones al año. Es algo que a mí me gustaría hacer. Mi mujer ya ha corrido uno. Seguramente yo me apunte a otro, pero no aquí, en Madrid, donde todo el mundo me conoce y no me dejarían tranquilo mejor en Nueva York, donde nadie sabe quién soy".

Tony Rominger ha cambiado con los años. El antaño huraño y esquivo, sonríe y busca. "¿Cómo se dice? He cometido muchos errores y por eso he aprendido mucho. Es la única forma de aprender: cometer errores. Ya no soy un niño. He aprendido a distanciarme. Antes estaba totalmente metido en este mundo tan cerrado de las bicicletas. Desde fuera, se ve todo mucho mejor".

Te estás haciendo viejo, Tony Rominger. Toda una carrera a la sombra de Miguel Induráin, otro que envejece, y cuando el navarro falla en el Tour, tampoco Rominger lo aprovecha. Les ganó Riis. "Es otro viejo, pero diferente. Se ha concentrado exageradamente en el Tour, y desaparece antes y después. Es una situación mala para el ciclismo. En parte, es culpa de los medios de comunicación: conceden tanta importancia al Tour que lo demás no existe".

Miguel Induráin sí que existe. Y bien presente. "No se puede forzar a nadie a hacer algo contra su voluntad". Rominger no entiende por qué Induráin tiene, que correr una Vuelta a regañadientes. "Creo que a Miguel le pasa un poco lo que a mí: cada vez le cuesta más hacer ciclismo. El otro día, en la Vuelta a Burgos, le vi un detalle que me extrañó. Iba delante de mí y pinchó. Normalmente, él habría levantado el brazo y el coche habría llegado rápido para cambiarle la rueda; incluso la podría, haber cambiado con un compañero. Pero no, él. hizo lo contrario: se fue para adelante y atacó. Rompió el grupo y luego dejó de dar pedales. Se había alejado tanto, que el coche tardó mucho en cambiarle la rueda. Se quitó de encima la responsabilidad de intentar ganar, tiró la carrera. Luego subió a su aire y se convirtió en el ganador moral".Rominger tiene ahora el problema contrario: quiere correr la Vuelta y no le dejan. Él intenta arreglar las cosas con la prueba de cicloturistas Rominger Classic para estar en Valencia el 7 de septiembre, pero su director, Juan Fernández, ha dicho que no cuenta con él. Rominger sería el máximo favorito -"ahora estoy bien, y contento: el Tour lo corrí con una rodilla rota y me he recuperado"-, con lo que sería su mayor oportunidad para derrotar a Induráin en una gran ronda. "pero no quiero correr por eso. Claro que si Induráin queda segundo, aumenta la importancia de mi victoria, pero a mí me interesa más porque si quiero ganar el Mundial necesito ir con kilómetros recientes. Y necesito competir. Antes lo arreglaba entrenándome como un loco, pero ahora cada vez me cuesta más salir solo a hacer kilórnetros". Lo mismo que a Indutáin.

Se están haciendo viejos los grandes de los 90. Que pasen los siguientes, aunque sea injusto el rápido cambio. Pero el ciclismo es un deporte duro aunque la gente se ablande.Y más para los ganadores.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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