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"Pujol está a la derecha del PP", según los historiadores Fusi y Carr

Javier Sampedro

La prensa británica, para hacerse entender por sus lectores, suele presentar a José María Aznar como una versión española de John Major: conservador, moderado, inconspicuo. Según los historiadores Juan Pablo Fusi y Raymond Carr, la idea podría extenderse a los partidos gobernantes de los dos países, obligados a atemperar a sus facciones neoliberales, centralistas o euroescépticas para luchar por el espacio de centro y mantener su viabilidad electoral. "Pujol está a la derecha del PP", coinciden en indicar ambos.Carr y Fusi, que compartieron en 1979 el premio Espejo de España por su obra España, de la dictadura a la democracia, dirigieron esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, de Santander, el seminario El conservadurismo liberal en España: una reflexión histórica. El encuentro se organizó como una reivindicación de la tradición conservadora española -Cánovas, Silvela, Maura- y de la vigencia de su principal valor frente al neoliberalismo económico: la práctica de un gradualismo sin cambios radicales.

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"El conservadurismo radical, representado por Newt Gingrich en Estados Unidos o Michael Portillo en el Reino Unido, no tiene legitimidad en España", mantiene Fusi. Declararse "conservador" o "de derechas" está todavía mal visto y goza de escasa respetabilidad intelectual, opina, y recuerda, sin embargo, que la tradición representada por Cánovas o Maura fue la que introdujo la legislación social en España.

Un liderazgo respetado

Las tensiones generadas en el seno del PP por su pacto con los nacionalistas no reflejan, en opinión de Fusi, verdaderas diferencias doctrinales en el partido gobernante. "El liderazgo en el PP es muy fuerte y respetado", dice, "aunque es lógico que afloren sensibilidades distintas, como la de Aleix Vidal-Quadras".Fusi rechaza la identificación de la derecha con el centralismo y recuerda que los primeros intentos de reformar el Estado para dar mayor peso a sus periferias fueron de Silvela y Maura en un momento en que republicanos y liberales. clamaban por un Estado fuerte y centralizado. Carr extiende ese análisis al caso británico y comenta: "Un conservador lo suficientemente cínico se convertiría con gusto en un independentista".

El hecho de que CiU y PNV se hayan convertido, a falta de un partido de centro de implantación estatal, en la verdadera bisagra de la aritmética parlamentaria española les parece algo normal. "Entre 1886 y 1914", recuerda Carr, "los diputados irlandeses fueron la bisagra en el Parlamento británico".

Dejando la economía de lado, ¿cuál es el poso ideológico del conservadurismo a finales del siglo XX? "La gran contradicción de los conservadores", dice Carr, "es que son intervencionistas en materia de moral o familia". Fusi señala: "Conservador significa hoy menor protección por el Estado, menor permisividad social en cuestiones como el aborto y un ensalzamiento del mérito individual y de la autonomía de la sociedad, excepto en cuestiones de ley y orden".

Manuel Fraga clausuró ayer el seminario afirmando: "Hoy es más necesario que nunca un pensamiento conservador español". La persona de talante conservador, según él, "cree en la moral y en la justicia inmanentes, en la objetividad de la virtud, en un orden moral trascendente".

El presidente de la Xunta conminó a sus oyentes a "estar atentos para no dejar prosperar los brotes o rebrotes" de la derecha extremista. "Desde joven defendí un conservadurismo abierto, basado en la convicción de que no hay ni puede haber un solo modo de entender la sociedad cristiana", concluyó.

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