Tete Montoliu dialoga con Mario Rossy

La tetemanía no es un fenómeno nuevo. Lo vienen disfrutando aficionados de todo el mundo desde que cierto pianista catalán surgiera como por generación espontánea y empezara a asombrar en grandes festivales y pequeños locales. No existía acuerdo sobre las claves del irresistible poder de comunicación de Tete Montoliu, y se discutía sobre si era su formidable técnica o su arrollador sentido del swing los medios que le permitían profundizar en el carácter íntimo de cada pieza.Ahora se sabe que, además de un técnico prodigioso y un incansable generador de swing, es un verdadero rapsoda del blues, un músico sin puntos débiles que oficia extraordinarias ceremonias en honor al jazz que más le gusta. Por coincidencia, el jazz que prefiere Tete también es el favorito de buena parte de la afición madrileña, como ya se ha podido comprobar en los agostos de los dos años precedentes. Tete se trae a Mario Rossy, un contrabajista firme y fiable, como afortunado contertulio. Tete Montoliu y Mario Rossy, hasta el 31 de agosto (excepto días 25 y 26) en Clamores Jazz (Alburquerque, 14; metro Bilbao). A las 22.45 (laborables y festivos) y 23.15 (viernes y vísperas de festivos).