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El Real Madrid fulmina al contragolpe

El equipo de Capello se impuso al Athletic en el Trofeo Euskadi

Santiago Segurola

Como es costumbre, el Madrid pasó por Bilbao a uña de caballo. Le dio una tunda considerable al Athletic, que tiró el partido con una alineación infame. Varios de sus jugadores están de prestado en Primera División, gracias a la generosidad del fútbol, que cobija a gente como Tabuenka, Bolo y unos cuantos chicos del Athletic, excelentes muchachos, pero pésimos fútbolistas. Con su peor equipo posible, el Athletic se precipitó a la catástrofe frente a un equipo que salió del partido con el ánimo revitalizado y una sensación de desquite por las críticas que le han llovido. Su victoria fue tan abrumadora que quizá distraiga aspectos del juego madridista.La cualidad más sobresaliente del Madrid fue la recuperación del balón y el contragolpe. No fue un equipo dominante, categórico sobre el campo. Prefirió taparse y esperar los errores del Athletic, que fueron constantes. Desde ahí, la maquinaria del Madrid fue perfecta: todos los goles del Madrid llegaron en maniobras rapidísimas y en dos saques de esquina. Y a esta clase de juego, no hay nadie mejor que Mijatovic y Suker, en el orden que se quiera. Mijatovic estuvo como parte activa en los cuatro primeros goles. El primero con un regate sobre el baldosín, el segundo cabeceando un córner, en el tercero le dejó la portería libre a Seedorf y en el cuarto volvió a ganar en el salto a los centrales del Athletic. Suker también tuvo mucha mano en los goles, especialmente en el quinto, fabricado con un regate prodigioso a Felipe, un giro por detrás que dejó al defensa del revés, preguntándose por el misterio de la pelota desaparecida.

El partido de Mijatovic y Suker fue irreprochable. Cuando las cosas se ponen así, para el mano a mano y la velocidad, son dos futbolistas imaginativos, punzantes y finalmente imparables. Mijatovic lo hace desde un sentido más afilado, Suker desde un lado más poético. Dos jugadores deliciosos y terribles que aseguran goles a puñados. Por este lado, el Madrid estará libre de preocupaciones, sobre todo cuando los partidos se rompan o los rivales tengan tentaciones descabelladas, como el Athletic, que se tiró al monte con jugadores de medio pelo.

El otro que se añadió al gol fue Raúl, preso de su irremediable tendencia a buscar la portería. Es el sino de los delanteros, o sea de Raúl, que no tuvo una participación brillante como interior, donde se siente exiliado. Ayuda en la presión, porque es activo por naturaleza, y tampoco le falta calidad, pero está fuera de sitio. Si los entrenadores no anduvieran presos de esa memez de los dibujos y los sistemas, el Madrid tendría una solución natural con Mijatovic en la media punta y Suker y Raúl en la delantera. Y Seedorf como interior derecha, su posición natural, la que más se ajusta a sus condiciones de futbolista dinámico, de ida y vuelta. Pero Capello está emperrado en los dos medios defensivos y no cederá.

Con, todo el resplandor del resultado, probablemente se olvide que el Madrid renunció a la posesión de la pelota y a la iniciativa en el juego. Si persiste en esta idea del contragolpe, el equipo tendrá graves problemas. El paisaje normal de la Liga estará trufado de adversarios estrictamente defensivos, arracimados sobre su área, sin demasiadas ganas de hacer la vida feliz a Mijatovic y Suker. Porque hay una pobreza evidente en la elaboración del juego en el Madrid. Cuando los partidos se atascan, el Madrid ha preferido el pelotazo a cualquier otra solución. Y luego, lo que tengan a bien Mijatovic y Suker. A la propuesta le falta estilo y grandeza. Frente al Athletic dio la impresión de manejar el partido desde la enorme calidad de éste y de aquél, pero no hubo baile en el sentido clásico, en el sentido que tuvieron las dos visitas del Madrid la pasada temporada a San Mamés. Entonces, en dos momentos borrascosos del equipo, ridiculizaron al Athletic desde una superioridad abrumadora con el balón. Esta vez lo han hecho desde su disposición para quitar la pelota, desde la categoría impresionante de Suker, Mijatovic y Raúl y desde el entreguismo del Athletic. Cuando un equipo te pone a media docena de jugadores inservibles para Primera, las goleadas tienen más valor para el ánimo que para la objetividad. Al tiempo.

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