De la Peña acaba con el bicampeón
El Atlético pierde ante el Barcelona el primero de sus tres choques de pretemporada
Decidieron dos latigazos de talento. El talento de Iván De la Peña, que ayer quiso presentar sus credenciales a su nuevo entrenador, Bobby Robson, con todo su esplendor. Dos jugadas suyas hundieron al Atlético, que fue un equipo romo la mayor parte del partido, incapaz de crear ni una sola ocasión de gol en jugada elaborada. Los de Antic se encuentran en una encrucijada. Parten con un equipo ya hecho, mejorado teóricamente con las nuevas incorporaciones, pero ayer se plantaron en el campo como si ya tuviesen claro que son el mejor: ensoberbecidos. Pero esa soberbia le hizo dormirse, y cuando quiso despertar ya fue demasiado tarde.Del Barça impresionaron las ansias de jugar y agradar de De la Peña, que se reflejaron en cada una de sus intervenciones. Ubicado en la demarcación que más le favorece, centrado, por delante de Guardiola y Amor, y con libertad de movimientos, De la Peña exigió el balón, se ofreció a sus compañeros en cada uno de los ataques del Barça y, encima, se sacrificó en defensa. Fruto de su omnipresencia ofensiva vino el primer gol blaugrana. De una pelota perdida en mediocampo, que iba y venía como si nadie la quisiera, De la Peña inventó un pase sutil, corto, que dejó solo a Pizzi, quien, con tres o cuatro zancadas se presentó en el área del Atlético, cediendo finalmente al portugués Figo, que rubricó una bonita combinación.
Pero mas si en alguna jugada expresó De la Peña su talento fue en el segundo gol. Balón que recoge en el mediocampo, avanza, tira una pared, se planta dentro del área, dribla con la derecha hacia el exterior y cuando aún no había terminado el regate dibuja una vaselina suave que tuvo la mala fortuna de encontrarse el larguero. Molina pareció una estatua de sal. No obstante, la jugada merecía el gol y lo encontró el ex madridista Luis Enrique, de cabeza, en el rechace del palo.
El Atlético pareció un equipo fundido la mayor parte del partido y que sólo despertó cuando vio el 2-0 en el marcador. Estéril en ataque, el equipo de Antic sufrió con creces la apatía de Kiko, que al contrario que la pasada temporada, no intentó recuperar los balones que perdió. A su lado, Esnáider ofreció lo que siempre da: sacrificio y combate, pero poco más. Se despidió del campo con un paupérrimo bagaje, que superó el argentino Biaggini, con un par de eléctricas carreras.
De los rojiblancos, destacó, como casi siempre, la autoridad de Santi. Con él no va la espectacularidad. Juega y ordena, y todos lo respetan. Sabe en cada momento dónde están sus compañeros y sus rivales. Desde su puesto como último hombre de la defensa, tira del equipo hacia atrás, hacia adelante, bascula a la derecha, a la izquierda, y todos a su ritmo.
El gol del equipo de Antic vino en una de las esporádicas intervenciones de Caminero, que sólo mostró su fuerza y velocidad en un par de jugadas. Un penalti que se encargó de anotar Milinko Pantic, que ayer también pasó inadvertido. Se le vio en los golpes francos.
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