La previsión y el rigor, claves del éxito español
La financiación mixta pública y privada, ejemplo para los restantes países europeos
El jefe de los técnicos ingleses se quejaba amargamente. "Hemos podido gastamos en pagar entrenadores y técnicos el mismo dinero que el que se gasta un secretario técnico de un equipó de fútbol de Segunda en contratar un goleador de tercera categoría". El fracaso británico en los Juegos de Atlanta -una sola medalla de oro- es fácilmente achacable a la cortedad de su presupuesto para el deporte de alto nivel, pero el éxito español -cinco oros- no puede atribuirse en absoluto a un maná económico.El plan ADO supuso para la élite olímpica española, deportistas y técnicos, una inversión de unos 1.500 millones de pesetas anuales. A esa cantidad habría que añadir el dinero público -subvención a las distintas federaciones, mantenimiento de los seis centros de alto rendimiento y de la residencia Blume-, una cantidad difícilmente cuantificable, pero en todo caso muy alejada de los 20.000 millones anuales que destina el Estado al deporte alemán e, incluso, de los 6.000 de dinero público de que han disfrutado los atletas franceses. La clave del 13º puesto español en el medallero -cuarto tras Alemania, Francia e Italia entre los países de la UE- habría que buscarlo en la previsión, la selección y el rigor con que se ha hecho la faena después de la experiencia de Barcelona 92. Tanto, que su trabajo ha servido de modelo a potencias como Francia e Italia.
La cantidad de dinero, público y privado, invertido en España durante cuatro años para becar a los deportistas y técnicos que compitieron en Atlanta es similar, en todo caso, al presupuesto anual de un club de fútbol como el Real Madrid. Su administración, sin embargo, ha estado menos sometida a los vaivenes del mercado, a la inflación y al desorden propios de un club de fútbol.
Criterios de selección
El primer punto básico de sus criterios ha sido la selección. Sólo se ha concedido ayudas económicas importantes a los deportistas que tenían verdaderas posibilidades de conseguir éxitos. Su grado de cumplimiento ha sido casi excepcional, cercana al 50%: 36 posibilidades de medalla habían sido subvencionadas con la beca A-1 -la más elevada: 4.750.000 pesetas anuales por deportista-, y de ellas 17 han, cumplido. Más excepcional sería el éxito si se sumaran los 36 diplomas olímpicos -puestos entre cuarto y octavo-, lo que daría una cifra de 53 deportistas bien colocados, precisamente la cifra que preveían los técnicos del Consejo Superior de Deportes. Tampoco conviene olvidar que cinco de las medallas -las de Induráin, único oro individual, Olano, Arantxa, Conchita y Bruguera- han llegado de la mano de la calidad excepcional de deportistas enteramente profesionales, para quienes los Juegos no eran sino una competición más. En muchos deportes, como boxeo, ciclismo, gimnasia rítmica, yudo, piragüismo, tenis, balonmano y waterpolo, se ha hecho pleno e incluso se ha estado por encima de lo previsto.Aunque se puede considerar que el deporte español ha fallado en las dos disciplinas reinas de los Juegos -atletismo y natación-, otro de los pilares de su éxito ha sido su diversificación. Por ejemplo, Francia -quinto país en el medallero- ha repartido sus 37 medallas en sólo nueve deportes, España ha cosechado éxitos en 10 de las 32 disciplinas olímpicas. Y en deportes de equipo ha sido señero. Las medallas en waterpolo, hockey y balonmano han convertido a España en el gran triunfador en deportes con balón, un apartado en el que Alemania, por ejemplo, se ha quedado sin medallas.
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