_
_
_
_

El líder arrinconado

El 'Dream Team' ha sido uno de los pocos equipos que ha visitado el Museo de Martin Luther King

Àngels Piñol

Quinn Soeck, de 39 años, muestra con orgullo herido una de las camisetas que se le amontonan en un tenderete en la Auburn Avenue, en la esquina opuesta donde está enclavada la iglesia baptista donde Martin Luther King ejerció de pastor. El estampado no ha tenido mucho éxito. Es la fotografía de un niño negro alzando un brazo hacia un dibujo difuso que representa al Dream Team. La leyenda vine a decir: "El sueño será posible. Crece como un niño y acaba en la gloria. Todo eso sucederá en 1996 en Atlanta".Obviamente, en Atlanta, no ha sucedido nada de eso. Ni tan siquiera las ventas han ido bien. No ha cuajado demasiado ni el punto estratégico ni las camisetas con mensajes fraternos. Soeck, un diseñador de Louisiana, que quizás pensó que haría el agosto con su idea, señala con el dedo unas carpas desmontadas, con las estanterías vacías, destinadas inicialmente a la comercialización de recuerdos oficiales de los Juegos. La carpa, medio rota, desgajada, desluce el jardín que rodea el Centro de Visitantes de Luther King. La carpa tuvo poca vida: no llegó ni a abrir. "¿Qué por qué? ¿Si por una razón política?", repite Soeck. "¡Bah! Ni por eso. Todo en esta ciudad es marketing. Sabían que aquí no vendría casi nadie. Todo está en el anillo olímpico. Y los atletas, sólo quieren fiesta".

Soeck reconoce que la gente sólo acudió en masa donde habita la memoria de King cuando el FBI cerró el Parque Olímpico tras el estallido de la bomba. La soledad regresó cuando el precinto se levantó.

El museo dedicado a Luther King constituye, prácticamente, el único atractivo histórico-cultural de esta ciudad. Atlanta no ofrece mucha cosa más: un tráfico insoportable en la autopista que la divide en dos, un centro que se distingue sólo por sus rascacielos y un puñado de amplios complejos comerciales donde se respira una relajación mayor que en la calle. Queda sólo la Auburn Avenue. La calle agrupa varios edificios y monumentos que resumen la vida del líder negro: la casa donde vivió; su mausoleo; una fundación privada de su familia donde se exhiben objetos personales; la iglesia y un centro cultural, dependiente del Gobierno Federal, donde se recuerda la lucha por los derechos civiles que King emprendió hace 40 años en Georgia. Ante el edificio, una estatua de un hombre negro, desnudo, eleva al cielo un recién nacido cumpliendo un ancestral rito africano.

La culpa está repartida a medias. El ACOG no ha promocionado esta zona sólo habitada por negros. Tampoco los atletas han mostrado un excesivo interés en visitar dónde vivió uno de los hombres más célebres de Atlanta. "¿Atletas?", se pregunta Dian Jones, responsable del centro para visitantes. "Hemos ampliado dos horas el horario, pero no han venido muchos, la verdad. Hemos visto a turistas, dirigentes de selecciones y de federaciones. Suizos, eslovacos y, sobretodo, muchos africanos. De todas formas vienen sin uniforme y no lo podemos saber". No llevan un recuento exacto de visitantes ni de nacionalidades.

La entrada es libre y no es posible revisar un registro. Pero un cálculo aproximado sostiene que si diariamente pasan unas 5.000 personas, la cifra ha aumentado durante los Juegos entre 15.000 y 20.000. Y Atlanta, durante estos días, ha aumentado en cientos de miles de personas su población.

La mujer, sentada en la Fundación King, gira la cabeza, casi haciendo un gesto de fastidio, diciendo que no. Nada. Aquí no ha venido casi nadie", se queja. Sucompañera, con un tono más diplomático, empieza a enumerar la gente que ha visitado la Fundación vestida con chandal La primera sigue poniendo cara de sorpresa, que se transforma en un gesto de indiferencia, cuando su colega cuenta que el Dream Team, el mismo que aparecía coronando un sueño en la camiseta del diseñador, encima de la cabeza del niño, visitó el museo por sorpresa.

El Dream Team no está concentrado muy lejos. La empleada del King Museum tiene una duda. Quizás viene de ahí su indiferencia ante los ídolos: "¿Por qué no vinieron solos y sin la presencia de la NBC?".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_