EL CUADERNO DE VALDANO
Perder el equilibrio. Brasil nos traía su tradicional sospecha de alegría (recuerde: tic, tic, tic), y de pronto: Pum, perdió contra Japón (iJapón!). El síndrome de la victoria obligatoria tiene dos filos: de un lado corta porque quien entra a la cancha con pinta de ganador, sale con cara de perdedor; del otro, porque en esos partidos en los que sólo se puede fracasar, el tiempo juega en contra y al final la ansiedad hace estragos. Desde los griegos sabemos que en el medio está la virtud pero cómo encontrarla no es fácil, desde hace un siglo los grandes equipos caen en la subestimación para saltar luego hasta la desesperación, y el problema de irse a los extremos es que se hace difícil volver. Más aún en fútbol, en donde perder un partido significa perder confianza, tranquilidad y estima. Si te descuidas los demás te pierden hasta el respeto: ¡Japón!Ronaldo. Porque su nombre coincide con el de un compañero algo más veterano, en estos juegos es, oficialmente, Ronaldinho. Afán reduccionista que no afecta al precio: sigue valiendo 20 millones de dólares
[unos 2.500 millones de pesetas]. Les cuento, de pasada, que en Argentina hubo una época en que había muchos jugadores de apellido Díaz y para identificarlos se le aplicaban sobrenombres. En España, por ejemplo, jugó el panadero Díaz y en la selección nacional el pelado Díaz. En mi pueblo hay uno que es algo peor que mediocre y, por ésa particular relación que los argentinos tenemos con las letras S y Z se lo conoce como viento y tierra: porque es el peor de todos los Díaz. Pero antes de divagar estábamos con Ronaldo: un grandote con aceleración demoledora, habilidad y descaro que tiene el gol en la sangre. En este último mes le vi dos resoluciones que están en el catálogo de los grandes jugadores. Dicen los. clásicos de esta materia que "cuando más cerca se está del portero más lejos se está del gol", por eso conviene el regate largo que termina necesariamente en gol o penalti. Ronaldo lo hace. También dicen "que los grandes jugadores rematan de segunda", primero amagan el tiro y cuando ven al portero revolcado la empujan a la red. Ronaldo también lo hace. Su precio parece una locura pero responde a la lógica del mercado: hay muchos equipos que pueden gastar 2.500 millones de pesetas y pocos jugadores como Ronaldo. Justicia capitalista.
Lo clásico y lo revolucionario. Algo así como el 87% de los italianos siguen corriendo detrás de Arrigo Sacchi porque se sienten estafados por sus promesas revolucionarias incumplidas. Mientras tanto refugiaron su afecto y esperanza en Cesare Maldini, gran jugador de otros tiempos, padre de Paolo y entrenador (64 años) de la selección olímpica que reduce el fútbol a tres verdades tradicionales: un clásico. El problema está en que la selección italiana perdió los dos partidos jugados (1 -0 contra México y 3-2 contra Ghana) y quedó eliminada. La primera consecuencia es que Sacehi sobrevivirá porque la derrota debilita la opción Maldini. La segunda consecuencia es que los italianos ya no saben lo que es bueno y lo que es malo. Como hoy tengo el día equilibrado abusaré de los griegos: "En medio estás, virtud".
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