Psicodelia
Ciclistas con el aro en la oreja. Con coleta. A medio afeitar. Tatuados. El Tour de este año parece una caravana de tribus urbanas, con una desenvoltura estética de grunges y raperos de excursión trepidante por campos de amapolas. Fernando Escartín, Abraham Olano y Miguel Induráin tienen, por el contrario, un cierto aire de mozotes, pero cuando calzan las gafas de sol y el casco aerodinámico, se les pone pinta de impasibles pinchadiscos de una macro en la ruta mix. De librarse de la publicidad, y sustituir sus rótulos por leyendas propias, uno imagina la serpiente multicolor como una parada psicodélica alegrando la vida de la Europa profunda. Todo termina en París. El final debería ser el Finisterre de Bretaña, con las bicis tiradas en la playa del Oeste y ellos dándose un merecido chapuzón con las sirenas del mar celta-
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